1 dic 2021

Extras.

 Primera Parte:

“Toma… quédate con esto. Y cada vez que tú vibres, juega con este cursor”.

Me había dado su teléfono móvil. En la pantalla había una aplicación con una especie de escala que iba del 1 al 15.

Aquello formaba parte de algún otro juego, pero no quise preguntar por si algo me ponía en una situación aun más comprometida.

Con Su teléfono entre las manos, empezamos a ver la película.

La historia era interesante, pero en mi cabeza solo trataba de averiguar cuando iba a empezar a sentir aquel juguete haciendo de las suyas.

No podía ver las manos de Mi Dueña, así que no tendría ninguna manera de prepararme.

Mis pupilas se dilataron al ver que en aquella gran pantalla dos monjas se acercaban de una manera más intima, encogí mi vientre al sentir una leve vibración entre mis piernas.

Mi Dueña no despegaba su mirada de la pantalla, pero yo estaba segura de que era consciente de cómo me estaba derritiendo por dentro.

No conseguía concentrarme en la película. Aquel juguete me estaba llevando al límite una y otra vez y estaba totalmente fuera de mí.

“No te veo usar el teléfono, a ver si tengo que dejar apretado el mando a distancia”.


 

Agaché la cabeza y me puse a jugar con aquella escala cada vez que sentía vibrar mi interior. No sé muy bien lo que hacía, mi dedo se deslizaba solo de una punta a otra. A veces me olvidaba y permanecía un rato largo en el mismo número.

La verdad es que me daba igual. Me preocupaba mucho más que no se me escapara algún gemido que me pusiera en evidencia entre la gente… Y ver aquellas escenas de las monjas dándose placer no estaba ayudando a relajarme en absoluto.

Tan enfrascada estaba que cuando me di cuenta los títulos de crédito estaban proyectándose en la pantalla.

“Estas sonrojada… ¿Tienes calor, sumisa?”

No pude hacer otra cosa más que resoplar y devolverle el teléfono.  Eso pareció divertirle aun más.

Como pude me puse de pie. Mis piernas temblaban solas y tenía la sensación de que podría caerme. Por suerte, me dio la mano y pude bajar por aquellas escaleras, agachando la cabeza todo lo que podía para que nadie pudiese percibir el rubor de mi cara.

De camino a la salida cogió su teléfono.

“Espero que te hayas divertido. Vamos a la cafetería de antes.”

Bueno, ya estaba claro que íbamos a tener compañía….

Pero, ¿Sabría esa persona en qué situación me encontraba? ¿Me estaría viendo?

Nos sentamos de nuevo en una de aquellas mesas. Agradecí el frescor que hacía fuera del cine, mientras seguía tratando de recuperarme.

Vi como miraba a un chico y le hacía un gesto para que se sentara con nosotras.

El también parecía acalorado. Empecé a entender que tenía delante al destinatario de lo que aquella app pudiera estar haciendo… Y me sentí terriblemente culpable por no haber controlado en absoluto lo que hacía.

Nos presentó y ambos no sabíamos muy bien que decir… Pero Ella siempre tiene la última palabra.

“Bueno… ¿Cuál de los dos se ha mojado más?”

0 comentarios:

Publicar un comentario