3 nov 2021

Tarde de Cine

¿Te apetece que vayamos al cine a ver aquella película que te comenté de las monjas que se enamoran?

Cualquier plan con Mi Dueña es perfecto. Y además llevábamos semanas hablando de historias de mujeres empoderadas que habían tenido vidas muy duras por amarse.

Saqué las entradas para la última sesión, tal y como Ella me había indicado.

Quedamos en la puerta del centro comercial, y no sé por qué pero en su mirada había un brillo especial.

Estaba claro que no solo íbamos a ver una película. Algo más tenía en mente y aquella velada iba a ser mucho más divertida…

O no.

Fuimos a una cafetería cerca de la entrada del cine. Quedaba un rato para que empezara la película y podríamos disfrutar de un rato de charla previa.

Nos sentamos en una de las mesas y comentamos brevemente las expectativas que teníamos sobre la película.

Pero cambió totalmente de tema.

“Sumisa, te he traído una cosita!”

Abrió su bolso y me dio una bolsa. Me quedé quieta mirándola… sin saber muy bien que hacer.

¿No vas a abrirla?

Su mirada juguetona me atravesaba. Aquello no iba a ser un simple regalo.

 

Abrí con todo el disimulo que podía aquella bolsita, esperando que nadie que tuviéramos cerca pudiera ver nada que no debería.

No estaba equivocada. Una bala vibradora con un ajuste especial acompañada de su correspondiente mando a distancia.

Subí la mirada y me topé de nuevo con la suya.

“No te preocupes, ya me he encargado de que tenga la cobertura suficiente y que no se pierda la señal en tu entrepierna.”

Creo que cambié de color. Recordé el día que le había llevado la mía y ni con todos los intentos del mundo habíamos conseguido que vibrara.

Me había sentido ridícula cuando acercaba el mando a distancia a milímetros de mi entrepierna y ni así conseguía que funcionara.

“Claro… con todo lo que te metes ahí, habrás perdido cobertura” Me había dicho entre risas.

Sin duda iba a ser una noche de cine entretenida. Ya sabía que la película tenía alguna escena subida de tono y aquel juguete seguro que iba a ser usado en el momento adecuado.

“Ve al baño y póntelo. Te espero aquí.”

Me levanté y me dirigí al baño.  Quizás era por la vergüenza interna que estaba pasando, pero habría jurado que alguien me miraba como si supera algo de lo que estaba pasando.

Coloqué aquel instrumento y comprobé que el mando a distancia funcionase. Todo era correcto.

Regresé a la mesa y vi que Mi Dueña ya había pedido. Una taza de manzanilla me esperaba en la mesa. La sonreí con resignación mientras ella reía divertida. Le entregué el mando a distancia, que no dudo en probar justo cuando le daba un sorbo a aquella caliente infusión.

Me provocó un respingo tonto con el que casi acabo mas mojada de lo que ya estaba.

Disfrutamos de una charla sin más sobresaltos hasta que se acercó la hora de ir a ver la película.

Nos dirigimos hacia la sala correspondiente y tomamos asiento en aquellas butacas, mientras poco a poco se llenaba…

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