7 jul 2024

Pero... Sin embargo... Quizás.

El otro día hablaba con mi sumiso sobre esto de la exclusividad en mi vida bedesemera.

A pesar de que es una idea que está bastante clara, me escuché diciéndole:

“Bueno, pero no descarto que, si conozco a alguien que me ofrezca una serie de cosas, pueda cambiar de idea. Hasta ahora siempre hay algún “pero” …”

Él, que siempre tiene una argumentación perfecta, me vino a decir que hoy por hoy, quizás soy yo la que me obligo a ver “peros” donde no hay tanto.

Vamos, que los pongo yo.

Debo reconocer que tiene razón. Soy consciente de que a poco que pusiera de mi parte podría tener algo satisfactorio.

“Pero” como no lo veo nada claro, prefiero no arriesgarme.

“Sin embargo”, hay algo de lo que mi inteligente sumiso no se dio cuenta en su argumento:

Él es mi mayor “Pero”:

“Sumiso ultra protocolario, de lejos y con miedo al dolor”

O al menos así era hace unos cuantos años, cuando decidió entrar en mi sala de chat.

Siempre lo he dicho: si lo analizara, aquel sumiso tenía el perfil que menos me atraía en aquella época, e incluso añadiría que tampoco ahora.

¿Cómo hemos acabado juntos? Es todo un misterio que ninguno entendemos.

Y menos aún, haber conseguido la relación que tenemos.

“Sin embargo”, aquí estamos. Orgullosos de lo que compartimos, queriendo crecer juntos y con la idea de no es posible un futuro en el que esto sea diferente.

 


 

Al final, supongo, que cuando coincides con la persona adecuada, todo fluye de una manera natural, y aunque haya que esforzarse para que algunas cosas vayan bien, cualquier punto negativo se ve como una oportunidad con la que poder construir y no algo que reste ganas.

O quizás, es que no hay que dar tantas vueltas a las cosas. Todo tiene su momento, su lógica y, sobre todo, su sentido…

Y el mío es este, como en el pasado ha sido diferente y también lo he disfrutado mucho.

De eso se trata ¿no?

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