4 feb 2024

El calor del Pisuerga.

Vamos a volver a viajar al pasado.

Hasta noviembre del 2023 para ser exactos.

19 días después de nuestro encuentro en Madrid volvíamos a hacerlo en Valladolid.

Y no puedo decir que la ilusión fuera diferente. Quizás sí que había una extraña calma, pero las ganas eran las mismas.

Aunque haya pasado el tiempo, me resulta muy sencillo verme en aquella fría estación de Valladolid.

Había ido a esperarle, abandonando el calorcito del apartamento por la simple idea de rascar un poco de tiempo a un reloj que siempre corre demasiado.

Ya veis, una Dueña haciendo sacrificios por estar con su sumiso. Eso seguro que resta puntos.

Pero no me pesa. (Bueno, ahora al recordar cierto comentario sobre un baño, quizás un poco).

Ya hace casi dos meses de aquel encuentro. Más cuando publique este post.

¿Qué sentido tiene entonces escribir sobre esto?

Bueno, ya sabéis que mi blog es un diario de recuerdos y reflexiones y lo que ocurrió en aquella ocasión merece el suyo propio.

Nuestro peculiar Locktober, había terminado días antes, aunque no del todo. Teniendo en cuenta lo cercano de nuestro encuentro, decidimos (¿O decidí?) Mantenerlo un poco más.

Será que el pobre no lo había pasado suficientemente mal con todo el mes de octubre y después de lo ocurrido en Madrid.

Nota de la autora:

Quizás, ese apartamento del centro de la capital, era el más peculiar de los que hemos compartido.

Pero, mientras escribo esto, todas esas huellas que dejamos, vienen a mi mente.

Una cama en la que la almohada trataba de frenar la intensidad compartida.

Una mesa de cocina, en la que las posiciones no eran las habituales.

La esquina de aquel salón, donde dejó de hacer frío cuando Lola salió a pasearse por su piel.

… Sus jadeos de pura necesidad …

 

 

Pero, volvamos a la ciudad del Pisuerga.

Noviembre, frío y lluvia.

¿Podría sonar peor?

Incluso las anécdotas más extrañas provocan sonrisas:

Un Gps despistado, una copistería en la que mantenerse formales. Visitas a amigas que alargaban la tarde. Chantajes para alimentarme…

¿Cómo es posible crear tantos recuerdos de cosas tan banales? Pues creedme cuando os digo que cada uno tiene su propia historia.

Pero si tengo que quedarme con uno, sería con lo compartido en aquel sofá, donde simplemente nos limitamos a ser nosotros y hacer lo que nos apetecía.

Aunque pueda sonar extraño, no era lo usual. Lo mejor de mi relación con siervo es que nada parece serlo y, aun así, sigue siendo perfecto.

Sentir que de verdad soy yo. Sin obligaciones.

Ese es uno de los mayores lujos que se puede tener como Dómina, por mucho que parezca extraño.

Ese viaje volvió a remover cosas en mí. De esas que dejas de lado por no querer afrontarlas o darle muchas vueltas.

Pero ahí estaban y sirvieron para aprender, o quizás confirmar.

Esos dos días volaron demasiado rápido. Más de lo que nos hubiese gustado a ambos.

Pero forman parte de ese baúl en donde todo cuenta y nada sobra.

 


 

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