21 jul 2024

Mi collar.

Desde octubre del año pasado, cuando mi sumiso y yo decidimos probar con eso del Locktober hubo algo más que llegó para quedarse.

Cuantas cosas pueden pasar en un mismo espacio. Ahora que escribo esto, y nuestro encuentro está cada vez más cerca y que casualmente repetiremos alojamiento, me doy cuenta de que fue ahí donde empezó todo.

Como os decía, siervo disfrutó de un placentero octubre de 2023. Mi querido “Gusiluz” colaboró en hacer que tuviera sensaciones más intensas. Todo buen cinturón de castidad tiene que tener su candado, y su correspondiente llave.

Fue un encuentro donde mi sumiso tuvo varios detalles conmigo. Coincidió con mi cumpleaños, y parece que fui una buena Dueña ese año. Así que, a los regalos propios del aniversario, se unió la llavecita de su cb.

No sabría decir cuál de todos provocó la mayor sonrisa, pero sin duda, aquel, fue el más especial.

Por su simbolismo, que, podemos llevar mucho más allá de la castidad propia de esos días:

La primera vez que hacíamos aquello. La fortuna de compartirlo juntos. Toda la intensidad añadida que provocó el jueguecito.

En fin, que esa llave tan pequeña, tenía una gran carga detrás.

¿Cómo no lucir algo así?

Creo que no he vuelto a ir a un evento bedesemero sin llevarla en mi cuello.

Se habla mucho del collar de los sumisos, pero poco del orgullo que también podemos sentir los Dominantes cuando llevamos un símbolo así.

Es fácil ver como las miradas se dirigen ahí. Sin que haga falta decir nada, se conoce el significado y lo que implica.

Él es mío sí, pero llevar eso también me hace suya.

Y aunque sea políticamente incorrecta y a más de uno le pueda reventar la neurona al leerlo:

Me encanta serlo.

Soy Su Dueña. Y, puede que muchos crean que un sumiso no puede “poseer”, que la pertenencia es solo cosa de Dominantes, pero…

Si es la primera vez que llevo algo así, ¿será porque él se lo ha ganado?


 

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