20 mar 2024

Las palabras mal dichas.

 Ayer, estando en un “café bedesemero”, hubo un momento en el que siervo y yo hablamos por teléfono.

“Me provocas, pero no me complaces” le dije en alguna parte de la conversación.

Aunque no era en un tono de reproche, me quedé pensando en esa frase.

Después de haber pasado unas cuantas horas, y sin saber si alguno de los presentes escuchó aquello, me resulta curioso lo que esas 6 palabras podrían suponer para cualquier espectador.

Solo nosotros sabemos de qué estábamos hablando, pero lo lógico sería suponer que aquello no podía significar nada precisamente bueno.

Y no es que me preocupe, en exceso, lo que desde fuera se pueda pensar de mi relación D/s, pero creo que a veces debería elegir mejor mis palabras.

No por, como digo, lo que alguien de fuera pueda imaginar, pero ahora, horas después, pienso en él. Estaba al otro lado, sabía que había más gente y su Dueña va y dice eso.

Era una frase de corto recorrido, (salvo porque “le ofrecí” escribir un post sobre ello) y fue dicha por algo muy concreto que solo nosotros conocíamos, pero, que a mí ciertas cosas me den igual, ¿Pueden preocuparle a él?

Creo que las personas con las que compartía mesa, saben perfectamente lo que siento por mi sumiso. De hecho, sé que no tengo que fingir nada para que se transmita lo especial que considero nuestra relación y lo feliz que me hace tenerle a mi lado…

Pero, ¿no debería elegir mejor los momentos?

Y esta reflexión, la extiendo más allá de eventos sociales. Soy yo la que decido compartir una parte de mi vida bedesemera en espacios públicos, y al hacerlo, en cierta forma, también expongo la suya.

Ya sabéis que cuido mucho que parte muestro, y que sigue siendo mínima en comparación con todo lo que tenemos, pero nunca le he preguntado qué le parece.

Cierto es, que ya me conoció así y que ha examinado cada rincón de mi blog, incluso participa de vez en cuando… Pero, ¿Tiene una Dueña que preocuparse por lo que transmite de su propiedad?

Irónicamente, escribo esto sin haberlo hablado con él. Diré más, no pienso hacerlo hasta que lo publique.

¿Por qué? Bueno, quizás pueda estar equivocada, pero creo que conozco su respuesta.

Nosotros llevamos ya unas cuantas cosas compartidas y nos conocemos bastante bien. Puedo decir, sin dudarlo, que, si estoy orgullosa de algo de todo lo que tenemos, es la forma en la que nos comunicamos (Incluso sin necesidad de palabras muchas veces).

Pero, eso lleva su tiempo. Tampoco es sencillo, no voy a negar que no siempre ha sido así y que también nos ha dado algún problema. Sin embargo, aquí estamos.

Sé que esa frase, aunque pueda sonar horrorosa, en su cabeza no ha supuesto nada negativo. Ni que la haya pronunciado en público.

 

 

Entonces, ¿Qué sentido tiene este post?

La reflexión, como siempre.

Vivimos en una sociedad donde nos exponemos con facilidad. Diría más, hay quienes casi lo ven obligatorio y en el BDSM, no es diferente.

¿En cuántas redes sociales no compartimos pinceladas de lo que hacemos?

Veo, sobre todo, a Dominantes, crear contenido (divulgar, lo llaman algunos), que se basa únicamente en mostrar (Exhibir, más bien) su día a día.

Los likes son un gran alimento para el ego de necesitados.

Si todo es bonito y funciona, genial. Pero ¿Cuándo se acaba? ¿Estamos seguros de que en algún momento las dos partes han hablado de lo que sí lo que se comparte hace, y hará sentir bien?

Si creemos en la responsabilidad mutua, este sería un punto importante.

Yo misma me arrepiento de alguna de las cosas que he escrito por aquí. Por lo que ha podido hacer sentir a quien lo leía y por no haber sido capaz de comunicarme mejor en su momento para no exponer a nadie a algo que no deseaba.

Lección aprendida y compartida, para quien le pueda llegar a servir.

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