Uno de esos tópicos que corren por los mundos bedesemeros, es que los sumisos no pueden compartir sus fantasías o sus apetencias.
Se suele ver como un intento de dominar desde abajo y, la verdad, es que no puedo estar más en desacuerdo con ello.
Hay que darle más realidad a este tipo de relaciones, dejarnos de tantos formalismos y teatralizaciones.
Vamos a ser prácticos.
A mí, me encanta saber qué pensamientos tiene mi sumiso. Lo que le puede atraer más y lo que no le llama nada.
Conocerlo no deja de ser una gran herramienta que poder usar y no veo ninguna desventaja en ello.
¡Todo lo contrario!
Saber lo que puede excitar a mi sumiso me sirve para conocerle. Y creedme, tampoco es algo que resulte sencillo, porque todos llegamos a pensar que lo que nos da morbo, puede sorprender e incluso asustar a la otra persona y caemos en la tentación (o en el hecho) de callárnoslo.
Yo misma he guardado alguna de mis fantasías, o las he comentado con menos detalles. Ya veis, pertenecemos a un mundo “de mentes abiertas” pero nos reprimimos a nosotros mismos.
Sin embargo, desde que regresé al BDSM, estoy cada vez más convencida de que la comunicación es una de las mejores armas que tenemos para evolucionar y disfrutar de nuestras relaciones.
Así que, dejando atrás los reparos (Y sin saber muy bien lo que me iba a suponer), decidí meterme de lleno en un estudio sobre lo que le motiva a mi sumiso.
Por ahora no contaré mucho más, ya llegará el momento. Pero sí que puedo avanzar que a raíz de alguna de esas cosas me he visto saboreando algo que ni se pasaba por mi mente y ahora, lo hace con frecuencia.
Verle disfrutar, me permite hacerlo a mí también, así que como decía más arriba, no hay nada de malo en conocer y saber todo eso que atrae a la persona que tienes a tu lado.
Me encanta cuando se suelta y me cuenta pequeños (o grandes detalles) de lo que le puede excitar.
Hay una lista interminable de cosas que en algún momento quiero usar, a su favor… o en su contra.
Y sea como sea, ambos disfrutaremos de ello. Él en su posición y yo desde la mía.
Una verticalidad de lo más sana, llena de matices y de detalles en lo que nada sobra y todo cuenta.
Si como sumisos os encontráis con alguien que os acusa de egoístas por querer compartir lo que sentís y deseáis, podéis activar vuestras “red flags” y salir de ahí.
Lo más sano, es también lo más recíproco. Y es muy sencillo de conseguir…
Solo hay que… “Darle a la lengua… o …. Al dedo”
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