11 feb 2024

Saber estar.

Hoy toca una de esas entradas escritas casi a contrarreloj.

Tenía programado ya un post para mañana, pero ya sabéis que cuando “la necesidad” apremia, hay que aprovecharla.

Ha sido una semana larga. Muy tensa y bastante difícil por diferentes motivos. De esas en las que algo que parecía resuelto se complica y hay que volver a solucionarlo.

Aun así, hubo tiempo para buenos momentos, en los que, como no puede ser de otra forma, mi sumiso ha estado presente.

Y vamos a retroceder en los días.

Ayer compartí charla con alguien a quien no hace mucho que conozco. Una de estas personas que realmente te sorprende, porque aunque lo normal sería tener cierto sentido común, ya sabemos que a estas alturas y tristemente, abunda lo contrario.

A pesar de ser bastante más joven que yo, conectamos rápidamente, es un placer mantener conversaciones de esas que te pueden aportar desde varios sentidos (por mucho que él diga que no tiene nada que enseñar… ).

Durante la conversación, siervo salió a relucir en más de una ocasión. Es inevitable hablar de mis vivencias (y más aún de las recientes) y no mencionarle. Por mi parte es normal, diría que hasta lo esperable, pero no lo fue tanto cuando era la otra persona la que hablaba de mi sumiso, y en cierto modo lo hacía con admiración.

A él, y a lo que tenemos.

Creo que no soy del todo consciente de cuanto puedo transmitir con lo que escribo porque siempre sé que me guardo mucho más.

Vaya, que es un placer, un lujazo, que alguien ajeno aprecie una parte de todo lo bonito que realmente tenemos.

Pero si seguimos retrocediendo en la semana, una que tampoco fue sencilla para siervo, puedo contaros que he sido, quizás más que nunca, consciente de las diferentes maneras en las que mi sumiso forma parte de mi vida, y se implica en ella.

Está pendiente de lo que me rodea, desde más cerca o más lejos, dependiendo de lo que sea, y cuando considera que hace falta, y sin necesidad de decirle nada, aporta sutilmente.

Si con alguien que apenas conoces, te sorprendes viendo como habla de tu sumiso, imaginaros cuando quien lo hace es una amiga con la que compartes una buena amistad y mucha confianza.

Y sí, es que siervo no está solo para mí. También lo hace con quien sabe que me importa, y sin buscar ni esperar nada a cambio. Manteniendo las distancias necesarias para que no pueda interpretarse por donde no es y dejando de lado cualquier morbo e interés propio que, quizás, pudiera rondar por la cabeza de más de uno.

Que mi amiga me diga que está deseando abrazar a mi sumiso, es una de las mejores cosas que me han podido decir en todos estos años y, os aseguro que es la primera vez que me pasa.

Otra de esas afirmaciones absolutas en las que sé que no me equivoco.

 


 

Twitteaba yo hace unos días:

 

¿Tengo el mejor sumiso del mundo? Probablemente no.

¿Tengo a la mejor persona que podría estar conmigo en esta aventura? Eso sí. Uno rotundo además.

 

Y todo esto, no es más que un simple intento de mostrar que en una relación D/s, hay sitio para tantas cosas que quizás hasta resulta extraño.

Podemos perder el tiempo en hablar de morbos, de prácticas, de ese otro tipo de “intensidad” que no deja de ser necesaria, pero realmente cuando llegas a compartir tantas otras cosas y tan profundas, es la parte que menos sentido tiene de todo esto.

Yo no echo de menos azotarle (bueno, un poco… ), pero sí que lo hago, y muchísimo, ser quien soy cuando le tengo cerca y, sobre todo, a quien él es cuando está a mi lado.

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