24 ene 2024

Lujos.

Noviembre.

“Si me pongo a escribir ahora, seguro que me sale un post muy cochino”

Hay frases que le suelto a mi sumiso de una manera tan natural que podrían extrañar a los oídos más conservadores del BDSM.

Y es que, en una simple conversación, con la persona adecuada, se pasa o, mejor dicho, paso de un lado al otro contrario.

De la Dueña dulce que le está contando a su sumiso que lo más importante es cuidarle y no dañarle a la que le hace saber lo que necesita tenerle cerca para usarle “salvajemente”.

Son cosas que van tan de la mano que cuando se dan, se expresan sin pensar mucho el contenido y la fuerza que llevan implícitas.

¡¡Joder, es que quiero destrozarte!!

Pues sí, es algo que sale de mi boca de una manera tan sencilla como un “buenos días” de lo más cordial.

Los binomios nos entendemos bien. Comprendemos el momento en el que se dicen las cosas y lo que implica decirlas, y recibirlas.

Pero no se llega a eso con facilidad.

Si a mi sumiso le digo hace 4 años que quiero destrozarle, habría salido corriendo antes de ver mi maleta.

Ahora no me pide que lo haga, pero si me invita tranquilamente a que roce esas fronteras.

(Spoiler del futuro: Sí, sí que ha llegado a pedírmelo).

Y es un lujazo. Tener este nivel de complicidad y confianza, para expresar cualquier cosa en cualquier momento, sin necesidad de medirse ni preocuparse de como lo va a recibir la otra persona, es un gran lujo.

Qué importante es la comunicación dentro del BDSM y que poco hablamos de ello.

Cuanto tiempo le dedicamos a normas, contextos, protocolos… Y que poco a lo que realmente importa.

Cada vez tengo más claro que esto es cosa de dos. Adultos y conscientes de lo que quieren y esperan de este tipo de relaciones.

Así que… Hablemos, todo lo que haga falta, sin miedo a hacerlo, por lo que podrá pensar la otra persona. Mejor tener que concretar o resolver si algo no es como debe, a callarse y ver como algo que podría haber funcionado, deja de hacerlo por no ser sinceros a tiempo.

 

Diciembre 2023:

Estoy programando los post del mes que viene. Organizada que es una. Acostumbro a releerlos y cambiar alguna cosa.

Leyendo este, no puedo evitar sonreír y pensar:

¡Ay Isthar! Cuanto te queda por aprender.

No hace mucho se ha dado con mi compañero de aventuras una de esas anécdotas graciosas que podrían haberse solucionado hablando. Pero, creo que lo dejaré para otro post.

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