En esta ocasión abro la puerta para salir yo por ella.
Sé que te has quedado atrás, un poco desconcertado y expectante.
Pero también necesito este momento.
Necesito que esos otros brazos me envuelvan y me hagan sentir que aquella también “es mi casa” y que está preparado para lo que va a ocurrir.
Somos poco conscientes de cuanto echamos de menos algunas cosas hasta que las sentimos de nuevo. Y le echaba mucho de menos.
Recorremos unos pocos metros, empujo esa última puerta y te veo. De pie, preparado por fuera, nervioso por dentro.
¿De verdad os tengo a los dos ahí?
Me aparto, necesito ver este primer contacto.
Que diferente al otro que había vivido.
Y pienso, ¿Con ella también será así? No. Ella os hace sentir cómodos también.
No quiero dejar volar mi mente a ese momento que deseo con ganas, pero sé que llegará y que lo que sentiré también será muy diferente.
Ese pensamiento me hace sentir plena… ¿De verdad tengo tanta suerte?.
Observo curiosa, los nervios que había sentido hasta entonces parecen irse a un segundo plano.
Es una situación muy diferente, pero me dais lo que esperaba, aun con todo lo que implica algo así para cada uno de vosotros.
La comodidad empieza a envolver el ambiente. Al fin siento unas manos que habían dejado de buscarme volver a sentirse cómodas sobre mi piel.
Nada sobra, todo aporta.
Habiendo imaginado ese momento varias veces, nunca lo habría imaginado tan perfecto.
Lo fue gracias a vosotros, que lo hicisteis realidad.
Y después del 15, hubo un 16…
Pero ese necesita una huella propia.
0 comentarios:
Publicar un comentario