20 jun 2021

Mucho mejor así.

Me sentaba a escribir con la intención de hacerlo de otro de esos temas un tanto polémicos que me rondan ultimamente. Debería empezar a controlar en que sitios se meten mis sumi@s para que no alteren a mi pobre neurona, pero creo que con mi anterior entrada dejé bastante claro que opino de ciertas cosas y ya habrá tiempo para escribir esos post.

Hoy prefiero hablar de ellos. Bueno más bien, de lo que provocan en mí.

Han sido semanas intensas, en las que han pasado muchísimas cosas. Enfermedades repentinas, viajes largos casi a contrarreloj, otros más cortos pero igual de apurados...

Ganas que se quedaron en el aire porque las circunstancias no acompañaron.

Ultimamente mi vida es un poco caótica, al menos de la parte que solemos llamar “vainilla".

Y sin embargo, cualquier cosa que tenga que ver con ellos me relaja. Desde una simple charla al mejor de los momentos compartidos.

Muchas veces en mis post más cercanos (Esos de los miércoles que tanto gustan), hablo de "cerrar puertas". Quizás desde fuera suena como algo más romántico que bedesemero, pero la realidad es que sí que siento que cuando cierro la puerta de donde vayamos a encontrarnos, mi parte vainilla se queda fuera y la Bedesemera se concentra solo en quien tiene delante.

No me malinterpretéis, cuando estoy con uno de mis sumisos no todo es BDSM, o no al menos de una manera "activa". Compartimos muchos momentos diferentes, de los que también disfrutamos.

Claro que me gusta usarles, en el sentido más físico y morboso de la palabra, pero cuando tenemos otros ratitos para nosotros, puedo permitirme descubrir y percibir otro tipo de sensaciones que me acercan más a quienes tengo delante.

Uno de ellos me dijo hace poco, que no desconecto ni un momento ¡¡Y qué razón tiene!! (Y eso que él tampoco es que deje tratar de analizarme demasiado a menudo). Disfruto conectando con esta parte de mi misma, que siempre intenta estar pendiente de todo y que no quiere perderse ni el más mínimo detalle de lo que pueda suceder. Incluso de los que no se plasman de una manera directa.

Sacan lo mejor de mí, y me hacen muy feliz. Ya, sé que suena exagerado, pero es lo que siento.


 

Estar con ellos, de cualquier forma, consigue que el resto del día a día se lleve mejor. De una manera más relajada, y con una sensación tremenda que te acompaña a cada instante. Eso no tiene precio.

Les tengo presentes en múltiples momentos, desde que me llega el primer mensaje de buenos días, pasando por un aviso de un nuevo correo, hasta el último gift con un beso con el que despedir el día.

Y sentirles cerca me hace estar bien, y curiosamente es algo que se transmite de puertas para afuera, incluso más de lo que yo me habría imaginado. Gente que no conoce esta faceta, me ha dicho que me ven muy bien, y otras que sí saben algo, me dicen que no deje esto que hago, que me sienta genial... ¡¡Y no les voy a llevar la contraria!!

Sé que estoy en un gran momento, feliz de compartir lo que tenemos y de las magníficas personas que lo hacen posible... Y sin embargo, esa sensación siempre lleva acompañada otra de vértigo menos placentera de la que hablaremos otro día...

Hoy prefiero quedarme con las luces.

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