4 abr 2021

Normalización errónea

Después del post en el que hablaba de castidad, hoy traigo otro de esos que creo que va a resultar un tanto polémico.

Quiero hablar de la normalización que solemos hacer con ciertas cosas que nos encontramos en nuestro entorno bedesemero y del flaco favor que desde mi punto de vista hacemos con esa normalización.

Las redes tienen muchas cosas buenas. Poder interactuar y compartir con facilidad sin duda es una suerte de la que no somos totalmente conscientes, pero también tienen una parte negativa, y es todo el contenido poco apropiado que podemos encontrar en ellas.

A menudo veo imágenes que muestra prácticas que claramente no han sido bien realizadas, que suponen un riesgo innecesario para la persona que las recibe. Y lo que es peor, en casi todas esas imágenes además de los típicos “me gusta” o “loves”, montones de comentarios felicitando por lo que se enseña.

Esas imágenes contribuyen a normalizar algo que no está bien hecho, que en muchos casos se vea como correcto y que se crea que hacer algo así no supone ningún riesgo animando a muchos a repetirlo.

Cuando se plantean cuestiones como esta, la respuesta más común suele ser que “cada uno se busque la vida” o que “mientras sea lo que esas dos personas quieran”.

Está claro que los que tenemos un poco de conocimiento, que hemos ganado a base de investigar, de contrastar, de tener un interés por hacer las cosas bien, no podemos asumir la responsabilidad que a otros les falta. Pero si podemos dejar de contribuir con esa normalización y expresar por qué algo es peligroso.

Cada vez que veo imágenes de pechos de mujeres amoratados, atados con cuerdas durante tanto tiempo que se nota perfectamente la falta de circulación y que incluso en muchas ocasiones aparecen con cortes o marcas profundas se me revuelve el estómago.

También cuando veo imágenes parecidas con testículos de hombres.

Desgraciadamente se comparten demasiadas burradas en las redes, y tenemos muy asumida la felicitación pero no la crítica, probablemente porque nos coloca de alguna manera en una posición poco popular y que en muchos casos lleva asumido cierto desprecio a quien la realiza, como si quisiese colocarse con su comentario constructivo en una situación de maestro no solicitado.

O quizás, tal y como estoy hablando mientras escribo este post, detrás de esta “permisividad” lo que haya detrás es cierta competitividad por mostrar quien es el que exhibe la marca mas grande, la practica mas extrema o en definitiva la “mayor muestra de entrega”, pasando totalmente por encima el respeto a hacer las cosas como tienen que hacerse, y no por desconocimiento si no por vanidad.

A veces creo que tenemos mucho ego, y la piel muy fina en la cara que mostramos en redes sociales.

Personalmente, y aunque como ya he comentado por aquí no soy de mostrar cierto tipo de imágenes, sí que suelo contrastar la información que tengo con personas con las que creo que puedo aprender algo más de lo que sé, simple y llanamente porque lo que menos me apetece es dañar innecesariamente a las personas con las que estoy.

Está claro que cualquier práctica lleva un peligro intrínseco, riesgo que se asume al realizarla, pero que no deberíamos minimizar por falta de interés o por ser vagos a la hora de aprender a desarrollarla de la manera más adecuada.

 

Un ejemplo práctico:

Últimamente he desarrollado cierto interés sobre las sondas uretrales. No podría asegurar cuanto tiempo llevo recopilando toda la información posible sobre ello. Hablando con gente que entiende, e incluso con otra que aunque no entienda presume de haberlo realizado. Contrastando lo uno con lo otro, formando mi propio aprendizaje. Viendo videos en diferentes lugares (No todo lo que se muestra está bien hecho) y leyendo los mismos artículos más de una vez.

Y claro que tengo ganas de hacerlo. Podría comprarme un kit de esos y mucho lubricante y lanzarme, hacer la foto y contarle al mundo lo valiente que soy y lo orgullosísima que estoy de la persona con la que lo realizo por haber llegado a algo así, pero sería todo fachada.

Detrás, al menos hoy por hoy, habría un montón de inseguridad, de no tener claro poder estar haciéndolo lo mejor posible y siendo consciente de que estaría haciendo asumir un riesgo innecesario a esa persona que estaría poniéndose en mis manos.

Para mí, esto no es una opción y mucho menos por mostrar una foto.

Quizás mis letras pueden sonar a que me sitúo en un pedestal por encima del bien y del mal, pero para nada es la intención de este post.

Sé que hay mucho contenido en las redes que explican cómo hacer las cosas de la mejor manera posible, y también que por desgracia las ganas nos pueden a la hora de pararnos a investigar antes de hacer, pero creo que divulgar con cierto sentido común (como bien dice alguien que seguro que sonríe al leerme) sigue siendo muy necesario para al menos poner un granito de arena y no contribuir a que se sigan compartiendo burradas que pueden llegar a causar grandes problemas.

 

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