Apoyada en la encimera disfrutando de
ese primer café, observaba como él también disfrutaba de esos primeros
sorbos...
Líneas rojas aun cruzaban su cuerpo,
y me hacían recordar cuanto me había ofrecido unas horas antes.
En aquel momento supe que mi café se
iba a enfriar. Mi mejor desayuno seria usarle en aquella cocina.
Le pedí que dejara la taza antes de
acercarme lo suficiente como para que notase mi respiración acelerada. Mis
ganas se habían despertado y necesitaba saciarlas.
Recorrí con mis uñas todo su torso,
dibujando nuevas líneas a la vez que marcaba a mi presa. Provocando esos
primeros calores en su cuerpo que dan comienzo a otras ganas…
Ganas de sentirle, de escuchar sus
gemidos ahogándose en mi cuello… sentir el calor de su boca intentando contenerlos
un poco mas…
Y eso hice, llevar mis manos a sus
pezones para apretarlos con fuerza, sin preámbulos. Directa a aquel punto en el
que sabía que se estremecería directamente y mas estando sensibles de la noche
anterior.
Su boca se hundió en mi hombro, sentí
toda la humedad de su gemido reprimido… Y aun necesitaba más.
Volví a pellizcar, apretándole contra
aquella encimera para que no pudiera moverse y aliviar aquello de alguna
manera.
Liberó su boca y nada frenó aquel
suspiro que resonó por toda la cocina.
En vez de sentir alivio, necesitaba
más. Necesitaba ponerle al límite de nuevo, llevarle a aquel lugar donde sólo
llegaba por mí.
Le giré y tire de sus caderas para
dejar su trasero accesible. En seguida se agarró a la encimera preparándose
para lo que vendría… El sonido de mi mano sobre sus nalgas no tardó en
aparecer.
Azotes rápidos y concisos, marcando mis dedos en sus nalgas.
Mezclando marcas anteriores con las nuevas.
Hay sinfonías que nunca me canso de
escuchar.
Visualicé una vieja cuchara de
madera…. ¿qué más podía pedir? Alargué la mano para cogerla mientras nuestras
miradas se cruzaron un instante…
… Sonreí… Incluso con aquella
intensidad siempre hay lugar para la ternura. Y en momentos así es cuando me
hace sentir realmente afortunada de ser Su Dueña.
… Entrelacé mis dedos con los suyos…
Empecé a azotarle con aquella
cuchara… Sentí sus dedos apretar los míos mientras sus ojos no dejaban de
mirarme buscando el apoyo necesario para aguantar un poco más a la vez que
subía la intensidad y la velocidad de mis azotes.
Bajó su cabeza a nuestras manos, y
comenzó a besar la mía. Sus besos se intercalaban con sus gemidos y su
respiración cada vez más acelerada….
Y así, sintiéndole tan mío empecé a
despertarme, complacida y tremendamente orgullosa.
Dejé la cuchara y volví a darle la
vuelta, sus ojos volvían a abrirse y a mezclarse con los míos a la vez que
nuestras sonrisas intentaban apagarse sin mucho éxito.
Le abracé… El tiempo se paró durante
un instante.
Cogí su taza y le di un sorbo a aquel
primer café de la mañana, que ahora tenía un sabor mucho más especial.
*** ***
(Este post, no habría sido escrito
sin la inestimable ayuda de las meigas… ¿O era un meigo?... muchas gracias.)
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