31 may 2020

Culpabilidad y vergüenza.


Hace tiempo que alguien me pide que escriba sobre esos primeros pasos en este mundo y lo que significa asumirlos…. E irónicamente está siendo uno de los post que más me está costando empezar, por una cosa u otra retraso hacerlo y la verdad que ahora que me siento delante del ordenador decidida a hacerlo, desearía estar dedicando este ratito a algo que en este momento me resultaría bastante más placentero. 

Sé que hay temas sobre los que ya he hablado en mi blog, y estoy convencida de que hay alguna entrada por ahí perdida en la que ya he escrito sobre esto, pero después de tantos años (Y queriendo ser lo más rápida posible) no me ha dado tiempo a encontrarla. De todas formas, no creo que haya nada malo en repetir temas, y quizás refrescar conceptos.

No puedo decir que me resulte del todo sencillo hablar de lo que siente el otro rol cuando intenta asumir que le gustan ciertas cosas, sólo puedo hablar desde lo que yo he vivido estando cerca de algunos y por lo que me han trasmitido otros. (Y de alguna manera, de mi propia experiencia estando en el rol contrario). 

¿Cómo asumir que nos gusta ser sometidos?

No creo que haya una manera concreta para hacerlo. Cada uno tendrá la suya propia, su momento y su forma.

Lo más complicado quizás, será perder esa vergüenza que en los primeros momentos se siente al darte cuenta de que te atraen ciertas cosas:

¿Cómo voy a querer que alguien me pasee como un perro? ¿Cómo voy a disfrutar siendo azotado?... Eso no es “normal”.

Efectivamente, no es “normal” porque culturalmente no ha sido normal, no es “normal” y tardará en considerarse “normal”.  Por mucho que vivamos en una sociedad aparentemente abierta de mentalidad, no lo es tanto como presumimos. Nos gusta mucho juzgar al contrario y si además hay temas sexuales por medio, mucho mejor.

Contarle a mi colega, que me gusta que me practiquen sexo oral de determinada manera, me incluye en cierta lista de “machotes privilegiados”, pero si le cuento que lo que realmente me excita es que me obliguen a practicar sexo oral hasta casi asfixiarme con un trasero en la cara, me van a meter directo en la lista de “estás enfermo”.

Si le digo a mi amiga que me encanta que mi pareja me prepare una velada especial con velas y música, entrará dentro de lo lógico pero si le cuento que me muero de ganas por sentir cera de velas por todo mi cuerpo después de pasearme con una correa y un collar en el cuello, probablemente me diga que vaya a un psicólogo si es que antes no se lo cuenta al resto de amistades…. (Quizás esto después de Sombras de Grey haya cambiado un poco…)


Aunque la sexualidad no deja de ser algo totalmente privado y que no debería importarle a nadie, lo cierto es que siempre hemos compartido de una u otra manera partes de ella. Por dudas, miedos o simplemente morbo. Pero cuando en nuestra sexualidad incluimos cosas menos comunes, nos sentimos extraños y un tanto culpables, así que nos negamos a comentarlo y con ello también, en cierto modo, a aceptarlo.

¿Y cómo salir de este bucle? De nuevo repito lo que decía hace unas líneas atrás, cada uno tendrá su manera y su momento.

Hoy por hoy (Y creo que de esto hablaré en otro post bastante próximo), tenemos la gran suerte de tener acceso mediante un simple click a mucha información (Buena o menos buena). Con otro click, encontraremos redes donde encontrar personas en una situación más o menos parecida a la nuestra. 

Podremos leer experiencias ajenas, y sentirnos un poco menos mal. Si somos un poco más decididos quizás hasta nos animemos a interactuar con esa gente.

Esa vergüenza interior, sanará un poco al ver que no somos tan únicos como pensamos. Y aunque quizás os parezca mentira, es una gran suerte tener esta oportunidad. 

No nos sentiremos del todo libres para hacer lo que nos apetece, hasta que asumamos que no estamos haciendo nada malo, porque no, no es nada malo ni nada por lo que tengamos que avergonzarnos.

Y una vez que nos sintamos libres y seguros con lo que queremos hacer, será cuando perderemos esa vergüenza para dar el paso. Buscaremos como conocer a una persona (o personas…) más directamente y llegará el momento de dejar de imaginar y experimentar con todo lo que habíamos fantaseado. 

Ahí entraremos en otro capítulo que tampoco será del todo fácil pero del que si os apetece, escribiré otro día.

3 comentarios:

Josito dijo...

Muy interesante y muy necesario.
Siempre hay gente que necesita ayuda en sus comienzos.
Repetir ciertos conceptos puede ser de ayuda para muchos.

AMA ISTHAR dijo...

Al margen de tu comentario, con el que coincidimos....

Hay primeras veces que siempre se recuerdan.

Bienvenido.

Anónimo dijo...

Culpabilidad y vergüenza son dos sentimientos que acompañan al sumiso casi inevitablemente en sus primeros pasos, así que me he sentido totalmente identificado.
No obstante, cuando persiste la inacción en el sumiso, si se prolonga demasiado tiempo la espera, si no llega ese momento de "experimentar todo lo que habíamos fantaseado" (preciosa y acertada frase)....creo que es porque predomina un sentimiento aún más fuerte: el miedo.
Interiormente tienes la "certeza" de que la entrega con la persona adecuada puede llevarte a otra dimensión, y entonces el miedo llega porque piensas que estás cerca de un punto de inflexión en tu vida y no sabes si serás capaz de gestionar emocionalmente esa nueva realidad.

Publicar un comentario