3 nov 2019

Castigar "sin dolor" (¿?).


Me encanta cuando un post trae mucho “feedback” (aunque no sea por aquí). 

Curiosamente el último ha sido uno de ellos, y no me lo esperaba para nada. Sea como sea, es bienvenido.

Parece que con mis letras dejé abiertas más puertas de las que yo imaginaba y gracias a ellas, he tenido alguna charla de esas que disfrutas, sientes que te enriquecen y que te dan pie a escribir sobre otro tipo de cosas.

Algo que se repitió bastante fue: ¿Pero no castiga a sus sumisos dándoles azotes?

Parece que sorprende que no use el castigo físico para “cobrarme” algo que mis sumisos no hacen bien, algo que me disgusta.

Y efectivamente, nunca uso el castigo físico para algo así. Una cosa es un momento puntual (estando juntos) casi de broma en el que puedo recurrir a ello, mas por el simple placer de hacerlo que de tratar de corregir algo que no me haya gustado. Básicamente, es algo que puedo hacer cuando y como quiera y si me dan pie a ello y me apetece… (Igual que si me piden azotes… hay cosas que a mí, siempre me apetece, y dentro de un entorno cómodo y una relación sana, no veo nada de malo en ello).

No los uso por dos razones: 

La primera, me parece un recurso fácil. Un castigo físico sin más, no enseña nada. Debería haber algo detrás para que sirviera de aprendizaje, y no creo que el dolor haga ese efecto si no hay una base de otro tipo detrás. 

En mi caso, suele haber mucho dialogo. Si algo no me parece bien, suelo hablarlo, y dependiendo de lo que sea, mi nivel de decepción se hace evidente. A estas alturas, y creo que tratando entre adultos, hay sensaciones que duelen más que cualquier azote. E igual que a mí me molesta sentir que fallo, sé que a quien está conmigo también lo hace.

Como decía también en mi anterior post, estas cosas son de los dos. Echarle la culpa a la parte sumisa, es lo más fácil y bajo mi manera de verlo también dice mucho, y malo, de la parte Dominante.


Y la segunda, que disfruto mucho azotando, es un hecho. No, a estas alturas ya no hablamos de dar 5 azotes…  Es algo que me encanta hacer, y me encanta que mis sumisos permitan (me veo venir el debate) que haga, incluso como decía más arriba, que me lo pidan. 

Azoto porque me gusta, si… y lo hago porque puedo hacerlo. Sin más explicaciones y con todas las razones que implica poder hacerlo.

Y también disfruto siempre que lo hago. Incluso cuando a veces me apetecería un poco más y controlo mis ganas (pero este es tema de otro post).

Me diréis entonces, ¿y si tanto te gusta por qué no aprovechas y lo usas como castigo?, pues precisamente porque para hacerlo, no necesito ninguna justificación ni aprovecharme de nada.

Por otro lado, y para mí el más importante, si algo ha fallado con uno de mis sumisos, lo que menos me apetece es disfrutar. Hacerlo en el momento en el que ocurre es casi imposible, porque no vivimos juntos… y aunque así fuese, creo que esa sensación, mezcla de tristeza y decepción, no nos permitiría a ninguno de los dos disfrutar de ello. 

Nuestra cabeza estaría en lo ocurrido, y dejaría de ser algo que nos hace pasarlo bien a probablemente algo desagradable y sin sentido. Y si me lo permitís, creo que habría bastante de “venganza” y no sería sano.

Evidentemente cada relación es un mundo y habrá parejas que si usen el castigo físico, incluso me consta que hay sumisos que sienten que con ello “se liberan” de alguna manera de esa sensación de culpa… Pero, dentro de mis rarezas personales, creo que hay cosas de las que no hay que liberarse, si no aprender para que no se repitan.

Precisamente, esa es la base de un castigo: aprender que algo que no funciona no se repita.

0 comentarios:

Publicar un comentario