Era la primera vez que íbamos a quedar los tres.
Después de bastantes charlas compartidas había llegado el
momento. Días de nervios y preparativos. Y al fin iba a suceder.
Nosotros habíamos llegado un rato antes. Mientras yo
deshacía mi maleta le pedí que fuera sacando los juguetes y colocándolos en la
mesa del salón. Siempre me ha gustado poder elegir lo que usar sin tener que
rebuscar.
Después tuvimos tiempo para sentarnos en el sofá y tomar
algo. Hablamos de todo lo posible, aunque en nuestra cabeza sólo estaba lo que
ocurriría cuando sonará el timbre.
Notaba sus nervios en cada una de sus palabras, su miedo a
estar a la altura. Y aun así ahí estaba, a mi lado. Esperando impaciente.
Un mensaje en mi teléfono me avisaba de su cercanía. Acababa
de entrar en el pueblo y en nada llegaría a aquella casita que habíamos
reservado para esos días.
Pude sentir perfectamente como en aquel instante cogió aire.
Parecía hacerle falta.
Cuando las palabras no son suficientes, un abrazo lo calma
todo. Y así estábamos, abrazados, cuando sonó el timbre de la puerta.
Sonreí y acaricié su cara. Aprovechó para besar mi mano. Me
encanta su ternura.
Subí las escaleras y fui hacia la puerta.
Abrí y ahí estaba la otra persona que me complementa. Ese
que lleva años provocando sonrisas.
Sonreía, pero su cara también revelaba sus nervios.
En aquel momento me sentí muy afortunada.
Cerré la puerta, dejó la maleta y nos abrazamos.
Y sólo a él, se le ocurriría preguntarme en aquel mismo
momento:
- -
¿Tiene ganas?
Si, probablemente era una inocente pregunta. Pero a veces
con poco se enciende la mecha.
Le empujé hacia la puerta, y comencé a desvestirle. Saqué de
un tirón la camisa de sus pantalones y mis manos fueron directas a sus pezones.
Algo rápido y práctico. Pellizcándolos siempre consigo algunos de sus mejores
gemidos.
Si no nos hubieran esperado en la planta de abajo le habría
usado allí mismo. Con esas ganas por las que me preguntaba y esa rapidez que a
veces se hace necesaria.
Pero no, era muy consciente de que mi otro sumiso nos estaba
esperando y estaba segura de que aquellos minutos ya se le habrían hecho
eternos.
Le cogí de la mano y bajamos al salón. Lo primero que se
veía era la mesa llena de juguetes.
Presentaciones oficiales. Rápidas y correctas. Alguna broma
sobre las costumbres de los perros cuando se conocen para relajar un poco el
ambiente.
Y me senté en la única butaca que había, observándolos a los
dos en el sofá. Charlando como si se conocieran hacía mucho. Les dejé conversar
sin apenas participar en la charla. De vez en cuando me miraban, esperando algo
que no llegaba.
- -
Voy al baño.
Me levanté y fui a la planta de arriba. Busqué en mi maleta
algo que llevaba mucho esperando aquel momento.
De nuevo bajé al salón. Ambos dejaron de hablar. Sus miradas
se clavaron en lo que llevaba en las manos.
Lo puse en la mesita de centro y me senté de nuevo en la
butaca.
¿Cuál de los dos se desnuda primero?
2 comentarios:
Ufffff desde la otra parte le puedo decir que ver a quien sirves feliz de tener a sus dos propiedades juntas es indescriptible. Me alegro por ustedes
lumia--deRyM:
Sólo puedo decir que a veces me siento tan afortunada que asuta. Llegar aquí no ha sido algo fácil.
Especialmente este último año ha sido bastante complicado bedesemeramente hablando, pero ahora no cambiaria nada.
Sólo queda disfrutar, y con ellos, es muy fácil hacerlo.
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