23 jul 2023

Olores

 He salido de la ducha hace un rato.

Estando dentro y por equivocación, he cogido el gel de “las ocasiones especiales”.

Si, tengo la extraña manía de usar varios geles, y depende de la ocasión elijo uno u otro.

Cuando voy a ver a mi sumiso, es un olor concreto el que quiero en mi piel. Supongo que ya forma parte de un ritual que yo misma me he creado.

A lo que iba, al cogerlo y olerlo solo un instante se han venido varios recuerdos que tienen con los diferentes aromas que se comparten en varios momentos.

Empezamos por ese propio, ese que va iniciando ese ritual del que antes hablaba.

Gel, body milk y luego colonia.

Un trío que rara vez cambia en mis citas, salvo que me olvide de alguno de ellos.

 

Vamos a la parte contraria:

 

Ese primer abrazo.

Toda la carga de ganas que contiene. Su olor…

Ese es mi hogar. Ahí puedo perderme y sentirme como en ningún otro sitio (Ahora creo que mi sumiso entenderá alguna cosilla…)

 

El olor del cuero cuando le pongo su collar.

 

Recuerdo perfectamente un instante de nuestra última noche juntos. Como siempre, habíamos dormido poco y había que madrugar.

Me desperté antes de que sonara el despertador. Me di la vuelta para sentirle.

No tardó en despertarse (poco descanso le doy al pobre) y en tenerme entre sus brazos.

En aquella postura, mi nariz estaba junto a su cuello. Aún olía a su perfume, pero además se mezclaba con el olor del collar y el sudor de lo acontecido durante noche.

Pequeñas drogas.

 

Café.

 

¿Olor a café?

No, el que deja en sus labios después de dar un sorbo y besarle.

Esa mezcla a la que se añade el del calor, el de la saliva...

 

Siguiendo en esta línea:

 

El olor de los besos.

 

Cuando crece la intensidad, el olor cambia. Se vuelve más profundo e intenso.

 

Ahora mientras escribo, recuerdo uno muy particular.

 

El de “el entrecot al punto” (sangrando, vamos).

 

Pero más que por el olor, por la cara que puso mi sumiso, cuando sugerí que iba a darle un pedazo.

Hay cosas que crean una simbiosis mágica.

 

Lubricante.

 

No hacen falta muchas explicaciones ¿no?

Bien podría ir unido al olor del látex de los guantes.

 

Pero si me tengo que quedar con un olor, sería:

 

El de los azotes.

 

Ya, me diréis que suena a algo así como ¿A qué huelen las nubes? Y podría ser verdad…

Pero, sí los azotes huelen.

Los juguetes que se usan, dejan diferentes aromas.

El sudor que provocan también, y más cuando hay diferentes tipos:

No es lo mismo azotar un trasero, que una entrepierna. A eso ya le agregaríamos el olor de la lubricación…

Cuando el nivel del dolor sube, también se incrementa el olor, supongo que tiene que ver con las diferentes hormonas que se segregan.

Y cuando en ese momento intenso, se juntan los aromas de los dos cuerpos…

Ese, ese es el olor que más engancha. Ese que se te mete tan dentro que cierras los ojos y te acompaña siempre.

Ese que surge de la química entre dos personas.

¿Y vosotr@s? ¿Tenéis algún olor que os encienda?

0 comentarios:

Publicar un comentario