Creo que ya va siendo hora de finalizar esta serie de post en los que he tratado de explicar cómo han sido mis últimos meses.
Una montaña rusa de sensaciones, de momentos más o menos buenos y sobre todo de mucho aprendizaje.
Ha sido muy complicado asumir los cambios que han sucedido en este tiempo. Pasar de disfrutar tanto del BDSM a llegar a aborrecer cualquier cosa que tuviera que ver con ello.
Sentirme sola y en muchas ocasiones, culpable.
Entender que no era así y dejar atrás esos sentimientos que no me llevaban a nada bueno.
La parte más positiva de todo este camino es cuando llega el momento de sacar conclusiones. Valorar lo que te ha hecho sentir realmente bien y quien se ha molestado en conseguirlo.
Y el deseo por volver a retomar algo que no solo te aporta cosas positivas, sino que en cierto modo contribuye a que estés feliz.
No, el BDSM no es una terapia ni cura de nada. Para eso están los verdaderos profesionales que sin duda son los que pueden ayudarte a cerrar o abrir las puertas necesarias y estar bien.
Pero sí que aporta momentos muy buenos, por los que merezca la pena vivirlo.
Estoy ilusionada, disfrutando de lo que siento y de tener ganas de sentir aún más. Deseando volver a compartir instantes que de nuevo se grabaran a fuego.
Sonriendo por recuerdos fugaces que se pasan por mi mente y sintiéndome muy agradecida de tener la suerte de seguir conservándolos y creando más.
Expectante por volver a vivir ciertas cosas y por muchas otras nuevas que seguro llegaran.
... Y contando los días, las horas e incluso los minutos…
... Imaginar abrazos y sonrisas…
... Un cronómetro que de nuevo se pone en marcha…
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