Queda poco más de un par de horas para que nos veamos.
Llevamos todo el día intercambiando mensajes rápidos en los que nuestras ganas
son evidentes.
Me meto en la ducha, necesito un rato de relax. Enjabono mi
pelo y mientras el agua cae, me apoyo en la pared y respiro profundamente.
Necesito recuperar parte del aire que se que me va a faltar en un rato.
Pienso en las ganas que tengo de tenerte cerca.
No sé cuánto tiempo estoy así, pero me da la sensación de
que ha sido demasiado. Termino de ducharme a toda velocidad.
Y efectivamente me he distraído más de lo que esperaba.
Me pongo frente al espejo y empiezo a maquillarme.
Los minutos se me hacen eternos.
Me visto rápidamente, y voy a prepararme un té.
Mientras se calienta el agua me apoyo en la encimera. En
nada estarás aquí.
Hay sensaciones que no cambiaría por nada.
Preparo la infusión y me siento a tomármela en el sofá.
Dentro de un rato estaremos aquí, hablando, compartiendo un momento de esos que
dejaran más de una huella.
Me levanto para dejar la taza en la cocina y suena el
portero. Le doy al botón de abrir sin preguntar. Y rápidamente dejo la taza y
repaso esos últimos detalles.
Casi todo está perfecto, sólo faltas tú y en nada estarás
conmigo.
Suena el timbre… voy a la puerta de entrada. Cojo aire… ya
empieza a faltarme.
Abro.
Sonríes...
Sonrío…
Por fin.
Cerramos la puerta.
Y llega el mejor momento:
Nos abrazamos.
2 comentarios:
Me parece que esta entrada transmite esa energía acumulada durante tantos días, que está casi contenida pero a punto de estallar. Si el momento previo contiene tanto el encuentro no puede dejar de ser mágico. Gracias por compartirlo.
entresombras44
Gracias por tanta poesia. Te invito a conocer mi blog con historias 100% reales
Publicar un comentario