124 correos después y casi por casualidad llegaba ese
momento en el que unas letras se convertían en una voz.
Poco tiempo para hablar de lo realmente interesante, o mejor
dicho de lo que realmente nos interesaba.
¿Era mi pie en tu
boca en lo que pensabas cuando hablábamos de tomar café?
¿O quizás de mis dedos posados en tus labios?
No, los dos sabemos que había y hay mucho más.
Conversaciones que nos llevan a lo que quizás podría
ser.
¿Es mi voz la que escuchas cuando lees estas líneas?
Espero el 125.
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