30 mar 2022

La primera vez.

Allí estaba. En medio de una habitación que parecía mucho más grande de lo que realmente era.

No era mi primera vez, pero, sin embargo, todo resultaba muy diferente. Ella lo hacía diferente.

Me observaba sentada desde el sofá.

Podía notar como me recorría con la mirada. En momentos sonreía y parecía que sabía lo que yo estaba pensando.

No la tenía cerca y me encontraba indefenso. Mil pensamientos recorrían mi cabeza mientras veía como ella permanecía impasible.

Los minutos se alargaban y no pasaba nada.

Me debatía entre la necesidad de que aquello acabara ya y se decidiera a usarme y la intranquilidad por no saber si iba a ser capaz de complacerla.

¿No piensas desnudarte?

Esas palabras fueron como un bofetón a mano abierta.

¿Me lo habría pedido antes y no le habría hecho caso?


 

Comencé a quitarme la ropa a toda prisa, tratando de parecer lo más digno posible pero sin retrasarme más de lo necesario.

De reojo podía ver como intentaba no reírse.

 Lo que me faltaba, estaba resultando patético y para empeorarlo, al quitarme el pantalón en una postura imposible, di un traspié que casi me manda al suelo.

Su carcajada aún resuena en mi cabeza.

Aparté la ropa y volví a recuperar mi postura, intentando parecer lo más serio posible.

¿Me arrodillo, Señora? - Me atreví a decir.

No, así está bien. Gracias. – Respondió.

Un instante bastó para sentir sus pupilas clavadas en las mías. Una mirada seria y profunda que analizaba cualquiera de mis gestos.

Iba bajándola y parecía controlar cada centímetro de mi cuerpo. Quizás observaba lo que esperaba usar.

Mi boca, mi cuello… Mis pezones, mi cintura…

Vale, sí. Se estaba fijando también en eso.

Sentí como la vergüenza se apoderaba de mi cara. Notaba el calor que encendía mis mejillas y a la vez no quería apartar la mirada por si Ella volvía a mirarme a los ojos.

Y no pude evitarlo. Aquella mezcla de nervios, vergüenza y excitación provocaron en mí una erección que fue de 0 a 100 en cuestión de segundos.

Bajé la cabeza. Clavé mi mirada en el suelo intentando que no pudiera averiguar lo que pasaba por mi mente.

Pero al sentir como se levantaba del sofá y caminaba hacía mi un escalofrío me recorrió por completo.

La tenía cerca, muy cerca. Notaba su respiración en mi frente.

¿Cuándo te he dicho que dejes de mirarme?

Mis pulsaciones se aceleraron mientras volvía a buscar sus ojos. Ni siquiera me había rozado y ya me estremecía.

Pude ver como sonreía y eso sirvió para relajarme por un breve instante…

Tan breve como lo que tardé en sentir sus uñas clavándose en mi entrepierna y su boca acercándose a mi oído para susurrarme…

¿Esto es lo único que piensas ofrecerme?

4 comentarios:

sumiso servus dijo...

Un encuentro muy placentero.

Anónimo dijo...

Leer este relato me hace recordar antiguos y placenteros momentos de mis inicios en la sumisión, siempre con nervios e inseguridades. Gracias AMA ISTHAR por sus escritos tan sugerentes. criadosumiso

AMA ISTHAR dijo...

sumiso servus:

Todo lo que hay en mi mente suele serlo.

Un saludo!

AMA ISTHAR dijo...

criadosumiso:

Las primeras veces siempre tienen una carga muy importante. Creo que son las que aun siendo las mas imperfectas nos dejan muchisimas sensaciones diferentes.

Gracias a ti por leerme.

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