29 mar 2023

El Espejo.

Aún estaba dentro de él. Su respiración seguía muy agitada y sus nalgas contraídas después de un buen rato de movimiento.

Mis uñas las acariciaban dejando sutiles surcos enrojecidos que las tensaban más.

-          Pareces agotado y caliente a partes iguales. ¿Te dejo descansar o termino con tus fuerzas?

Giró su cabeza para intentar adivinar que había detrás de mi pregunta. Un intento de ver en una mirada hasta donde podría querer llegar.

Pero supongo que mi sonrisa le hizo pensar que lo peor había pasado y que un buen final podría estar más cerca de lo que pensaba.

-          Termine conmigo, Mi Dueña.

Pocas veces una respuesta puede ser tan certera.

Salí rápidamente de él, con el cuidado justo para que sintiera que en cierto modo le estaba liberando y me puse de pie. Le di la mano para que pudiera recuperar la postura y levantarse de la cama donde le había usado.

Nos dirigimos a aquel rincón donde nos aguardaba un espejo dorado.

Ya me había llamado la atención cuando lo vi, y tenía claro que merecía crear un buen recuerdo.

Solté su mano y le pedí que las apoyase sobre el cristal. 


 

En esa postura, tiré un poco de sus caderas para que estuviera un poco inclinado, y que pudiera volver a sentir el strap que hacía un rato había tenido dentro en su trasero.

Bien podría haberle vuelto a usar de esa manera, y no me habría importado ver su cara reflejada mientras de nuevo entraba y salía de su cuerpo, pero me había pedido que terminase con él y todos sabemos que hay que atender las peticiones de un sumiso…

¿O no?

Llevé mis dedos a su boca que enseguida los recibió para lamerlos intensamente. Recorrí desde ahí su cuerpo humedeciendo mi camino con su saliva.

Al llegar a su entrepierna me recibió con toda su alegría y con una mirada que se hacía cada vez más amplia y de la que podía disfrutar gracias a aquel espejo.

Un sutil vaivén que empezó a tensar su cuerpo y a provocar que su temperatura subiese aún más.

Tanto que había momentos en los que parecía que “el termómetro” podía llegar a romperse, pero una mano muy hábil se encargaba de detenerse en el momento adecuado para que ese final no llegara.

Y ese instante tan placentero, se repitió varias veces. El espejo contaba ya con varias marcas de huellas de aquella presión que trataba de salir por algún lugar.

Una respiración que ya era acompañada de gemidos de placer y frustración a partes iguales, y una mirada que cada vez costaba más mantener por el cansancio repetido que aquello estaba provocando.

-          ¿Estás lo suficientemente cansado ya?

-          Por favor…

Esa suplica buscaba un final, seguramente uno placentero que aliviase toda la tensión acumulada en aquellos interminables minutos.

Me separé, fui en busca de aquel flogger negro que habíamos usado antes…

Lo apoyé en el espejo, entre sus dos manos y dejé que colgara.

Llevé de nuevo mi mano a su entrepierna, pero esta vez fueron mis uñas las que marcaron una zona que ya estaba muy sensible…

-          No, me has pedido que termine contigo y esto solo acaba de empezar…

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