Me despierto y me giro.
Te veo dormir plácidamente a pesar de lo incomodo de hacerlo
con las manos atadas, casi pegadas al cuello. Respiras tranquilamente, cómodo y
satisfecho…
Te mueves un poco, y siento el calor que aun desprenden tus
nalgas pegado a mi piel.
Hay ocasiones en las que lo que hacemos es tan intenso que
ese calor, y el que se nos queda dentro tarda en apagarse.
Deslizo mi mano y acaricio tu trasero con mis dedos.
No tardas nada en reaccionar. Parece que tu cuerpo sabe que
quiero usarlo de nuevo y responde rápido. Te giras hacia mí y ya tienes los
ojos muy abiertos.
Sonríes y acercas tu boca a la mía.
Una de mis manos va directa a uno de tus pezones, lo
pellizco poco a poco, subiendo la intensidad hasta que siento un gemido
saliendo de tus labios.
Todos mis sentidos empiezan a despertarse. Ya necesito más.
Me incorporo de la cama y te pido que te coloques boca
abajo. Alcanzo una palmeta que se había quedado en la mesilla de noche y me
siento sobre tus piernas.
Araño tus nalgas, no tardan en tensarse… aun están muy
sensibles.
Comienzo a azotarlas suavemente. El ruido que hace la
palmeta contra tu piel resuena entre tus primeros gemidos. No tardo en acelerar
el ritmo e incrementar la fuerza. Siento tu cuerpo retorcerse entre mis
piernas.
Me detengo y acaricio tu espalda. Tus nalgas arden tanto que
no tengo que tocarlas para sentir su calor. Giras la cabeza, me miras y
sonríes. Sé que puedo seguir usándote.
Dejo la palmeta y empiezo a usar mi
mano. El calor que desprendes me enciende aun más, y rápidamente perdemos la
cuenta que nunca hemos llevado. Nunca parecen suficientes.
Vuelvo a detenerme, me incorporo un poco hacia delante y
disfruto de ese calor tan especial. El frio de mi piel relaja la tuya.
Me siento a tu lado, te ayudo a darte la vuelta. Suelto tus
manos de tu collar para atarlas al cabecero de la cama.
Meto mis dedos en tu boca y siento tu lengua recorrerlos. No
puedo dejar de mirarte.
Me levanto de la cama…
- - ¿Quieres algo?
Sonríes… Cojo el strap que también se había quedado por
medio unas horas antes. Tus ojos se abren…
- - ¿Esto? Pregunto mientras empiezo a colocármelo.
- - Sí, Mi Dueña.
Termino de ajustármelo. Las correas están en su sitio… Busco
el bote de lubricante.
Me acerco a la cama de nuevo y llevo mis dedos a tus labios,
noto como suspiras necesitado.
Sonreímos. Ambos tenemos muchas ganas de nuevo. Tu respiración
se acelera…
Hay cosas que disfrutamos tanto….
Me separo, te observo a cierta distancia:
- - Es hora de desayunar…. creo que me voy a tomar un café.
4 comentarios:
que morbosa eres, es excitante leerte
Morí...de imaginar la ansiedad y la necesidad
Si lo que te parece encontrar en mis textos es "morbo"... creo que deberías leerlo con otra actitud ;) .
Un saludo.
Kisrol... No te mueras, disfrútalo! Que para eso escribo (o lo intento).
Gracias por comentar.
Publicar un comentario