Y allí estábamos, sentados en aquella vieja cafetería un sábado
lluvioso por la tarde.
Y allí estaba ella, la culpable de mi estado de nervios esa
tarde.
Unas semanas antes habíamos coincidido para tomar un café… y
su efusividad me había sorprendido bastante, sobre todo cuando una y otra vez ponía
su mano sobre mi muslo.
Aquel gesto, quizás inocente me había traído por la calle de
la amargura toda la semana, pero solo porque cometí el error de contárselo a
quien no debía…
Hacía tiempo que hablábamos, compartíamos charlas a menudo
de cosas más o menos banales, algunas serias y otras que provocaban risas….
Pero de alguna manera me conocía mas allá de lo que yo mismo
hubiera querido. Había conseguido producir en mí sensaciones que creía impensables…
Me había hecho sentir un extraño conmigo mismo.
Cuando le conté lo sucedido con esta chica… sin saber muy
bien como, ahí estaba… me espetó de una manera natural un:
*“Eres un poco putilla”.
Si, ya sé que para muchos esas palabras no tendrían mucha
importancia… pero yo sabía que detrás de ellas había mucho más.
Poco a poco iba leyendo como me decía cada una de los
pensamientos que yo había tenido con aquella chica…
Que si su mano
subiera un poco mas…
Que si encontrar una
ocasión para rozarme con ella.
¿Pero como carajo lo sabía? ¿Tan fácil le resultaba?
Y claro, no podía quedarse ahí… Parecía bruja y también me hablaba de lo que estaría
pensando en el próximo encuentro que tuviera con aquella chica.
* “Como vuelva a tocarte… terminarás teniendo
una erección.”
No, aquello no sería verdad. Soy un tío que controlo
bastante bien, así que no me vería en aquella situación.
De camino a la cita, me iba repitiendo una y otra vez que
aquello no iba a pasar. Podría aguantar. Intentaba sacar de mi cualquier pensamiento
morboso para que mi cabeza estuviera lo más fría posible.
Y cuando llegué a la cafetería parecía que me hubiera tomado
20 tilas.
Iluso de mí.
Cuando nos sentamos en la mesa, rezaba porque la chica se
sentara en la otra punta y ponerme las cosas más fáciles aun.
Pero no, algo me dice que hizo todo lo posible por sentarse
a mi lado.
Un escalofrío me recorrió de inmediato. Cada vez que la veía
mover las manos me ponía aun más nervioso y resoplaba para dentro.
No conseguía concentrarme en la conversación, solo miraba
sus manos deseando que no se volviera a repetir la situación de la otra vez.
Pero no soy afortunado, o quizás si porque cualquiera
hubiera estado deseando aquel gesto… y yo sin embargo, en cuanto sentí sus
dedos en mi muslo sentí como resonaba en mi cabeza aquel:
*” Eres un poco putilla”.
De repente todas nuestras conversaciones se vinieron a mi
cabeza. Imaginé tal y como Ella me había dicho… deseando que la mano de la
chica subiera un poco más y fuera a rozar mi paquete. Me imagine en el baño de
aquella vieja cafetería, pegándome a su trasero por detrás y metiéndola mano
como si llevara siglos deseando hacerlo. Me imaginé allí mismo, metiendo mis
manos por debajo de su falda y acariciándola por encima de las bragas.
Imaginé todo lo que no debía…
Y cuando volví a sentir su mano en mi muslo, mi cara cambió
de color…
Porque efectivamente, sin saber en qué momento había sucedido
ni como…
Tenía una erección.
Mi siguiente pensamiento fue… ¿Qué va a decir cuando lo
sepa?¿Que vendrá después de esto?.
1 comentarios:
El relato es muy bueno, y deja ganas de saber como continuará
Publicar un comentario