12 abr 2023

No todo está en el menú.

    -  ¿Me puedes coger la servilleta, por favor?

Aquella simple pregunta encendió algo en su mirada.

En seguida sintió que una comida de lo más normal iba a dejar de serlo.

     -  Claro, Mi Dueña.

Podría haberse inclinado y llegar a alcanzarla sin problema, pero decidió que moverse y casi meterse debajo de la mesa era mejor opción.


Un gesto muy sutil, imperceptible para el resto de los ojos de aquella sala, pero que para los míos no dejaba de ser un gran espectáculo.

Un roce con sus dedos en mi empeine, una mirada que nos conectaba y le hacía saber que esperaba algo más.

… Un fugaz beso en la punta de mis zapatos antes de volver a mi lado…

 

Retomamos la conversación previa como si nada hubiese pasado, una sonrisa cada vez que nuestros ojos se cruzaban.

Cuando no hacen falta palabras los gestos hablan por sí solos.

Esperamos el segundo plato.

      - ¿Te has mojado mucho?

Baja la mirada un instante, casi avergonzado, no tanto por la pregunta si no porque con ella su reacción volvía a ser inmediata.

          - Sabes que sí, Mi Dueña.

        - No, no lo tengo nada claro.

Le respondo mientras llevo mi mano a su ingle.

Siento como coge aire, el contacto es ligero, pero efectivo. Sus muslos se tensan.

Llega el camarero con nuestra comida y su cuerpo se estira intentado aparentar algo de control.

Mis dedos se mueven y en su mirada hay cierta preocupación pero mucho deseo.

      -  ¿Comemos?

          - Sí, Mi Dueña.

Disfrutamos de nuestro menú. Seguimos charlando animadamente.

        - ¿Quieres probarlo, verdad?

        - No, no hace falta, Mi Dueña…

Se apresura a decir mientras de nuevo nuestras miradas se cruzan y entiende que no estoy preguntando.

Corto una porción y la cojo con los dedos, la deslizo hacia la palma de mi mano y se la ofrezco.

No duda, lleva su boca a mi mano y coge aquel pedazo antes de darme un pequeño beso.

Se reincorpora y comprueba casi sistemáticamente que no hubiera miradas hacia nosotros.

Me rio al verle hacer eso y sigo comiendo.

     -  No sé si vas a llegar seco al apartamento, aún no hemos pedido el postre…

 

1 comentarios:

Anónimo dijo...

No concibo la sumisión sin esa deliciosa complicidad. Imagino que fluye de forma espontánea una mirada, una frase, una caricia, o simplemente algo inesperado y eso va desencadenando la necesidad de entrega. Por eso imagino que cuando Ella me posee finalmente toma lo que es suyo porque previamente se adueñó de mi lenta pero inexorablemente. victorg

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