27 abr 2022

El cazador, cazado.

Primera parte.

 

Teníamos claro que nos habían descubierto.

Aquella escena íntima estaba siendo presenciada por alguien con quien no contábamos.

Sin embargo, una vez superada la sorpresa inicial y comprobando con una mirada mutua que todo estaba bien, decidimos invitar a aquel mirón que parecía tan asombrado como nosotras.

Le dije a mi sumisa que se vistiera y que lo trajera.

No sé cuál de sus caras expresaba más vergüenza, si la de ella teniendo que ir a buscar a quien a lo lejos cotilleaba mientras la azotaba, o la de él que además de haberse visto descubierto, era invitado a algo que desconocía.

A pesar de todo, debió convencerle con rapidez, porque no tardaron mucho en recorrer la corta distancia que nos separaba.

- ¿Has disfrutado con lo que has visto?

Le pregunté al tener a nuestro invitado cerca, y él respondió:

- Ha sido... curioso.

Miré a mi sumisa, y en uno de esos instantes de conexión mágica, entendió rapidamente lo que pasaba por mi mente y con una sonrisa confirmó que podía proseguir con lo que tenía en mi cabeza.

- ¿Y no quieres saber que se siente?

Respondí mientras le empujaba lentamente hacía aquel marco de piedra que antes nos había servido de escenario.

Teniéndole tan cerca, pude comprobar como lo que de lejos parecían unos ojos azules, en realidad eran de diferente color. Uno azul y otro verde. Una heterocromía que casi desaparecía por lo dilatadas que tenía sus pupilas.

- Creo que sí.

Respondió con un susurro.

Levanté sus brazos para que pudiera apoyarse, y le di un par de palmadas en su trasero.

- No, esto no suena bien.

Comencé a decir mientras llevaba mis manos a su cinturón para desabrocharlo y sacarlo de sus presillas.

Le tenía tan cerca que podía sentir perfectamente como su respiración se aceleraba.


 

Sumisa, desvístele de cintura para abajo.

Dije mientras me separaba lo justo y poder observar mejor la escena que iba a producirse.

Tan obediente como casi siempre, se puso a su lado y comenzó a soltar los botones del pantalón y a bajar la cremallera para deslizar aquel vaquero hasta sus tobillos.

Ambos me miraron. Parecía que por sus cabezas se había pasado el mismo pensamiento.

- Creo que tú no estabas así cuando él cotilleaba a lo lejos.

Y de nuevo se compenetraron para respirar profundo y tragar saliva mientras yo me divertía con esa vergüenza repentina que ambos trataban de disimular.

Suavemente, le bajó el calzoncillo dejándolo todo al aire. Accesible y disponible.

Le di a ella el cinturón que aún sostenía y recuperé mi posición detrás de él.

Arañé sus cálidas nalgas antes de empezar a azotarlas con un rítmico compás que de nuevo se mezclaba con el sonido de los árboles y el del río.

Pronto comenzaron a arder de una manera mucho más especial. Esa que solo provoca la palma de mi mano, acariciando de una forma muy sutil y placentera.

Los primeros gemidos, mezcla de placer y de cierta molestia, comenzaron a salir entre sus labios que buscaron rozar mi piel para acallarlos.

- ¿Quieres que siga?

- Si, por favor.

- Vaya, parece que no solamente te gusta mirar...

Cogí el cinturón que le había dejado a mi sumisa, lo doble para poder manejarlo con facilidad y me acerqué a él deslizándolo por sus nalgas y que pudiera sentir el tacto del cuero.

- Yo me apoyaría mejor. Esto va a ser un poquito más intenso.

En cuanto vi la presión de sus manos en la piedra, crucé su trasero con aquel improvisado juguete.

Lo que hacía un rato habían sido gemidos de placer, se convirtieron en intensos suspiros que salían de lo más profundo.

Me divertí usándole, agotándole lo necesario para que siguiera queriendo más. Dándole a sus nalgas un bonito tono rojizo llenas de líneas que se cruzaban entre ellas.

Volví al lado de mi sumisa, que parecía recrearse con aquella escena. La abracé por detrás y observamos que no éramos las únicas disfrutando del momento.

Él bajó su cabeza al percatarse de que le estabamos recorriendo con la mirada y que nos habíamos dado cuenta de que aquello le había excitado

Le susurré a mi sumisa algo al oido y aunque se ruborizó y me miró extrañada, no tardó en cumplir mi orden, mientras yo me acercaba de nuevo a nuestro invitado especial.

- ¿Te ha gustado esto más que mirar?

- Si, Señora.

- ¿...Y crees que has pagado por el espectáculo que te hemos ofrecido...?

Me observaba extrañado mientras yo le acariciaba lentamente sus labios con la yema de mis dedos.

- ... Bueno, diría que sí...

- Yo estaría de acuerdo contigo, pero por ahora solo me has pagado a mí, y ella también quiere su parte.

Le respondí mientras le giraba para que pudiera ver que mi sumisa había cogido la vara con la que un rato antes fue azotada, y se acercaba con claras intenciones.

 

*** FIN ***

 

Muchas gracias a Sr G, protagonista invitado y quien ha tenido a bien cederme las dos fantásticas imagenes que acompañan este relato, que quien sabe si podrá ser recreado.

3 comentarios:

sumiso servus dijo...

Estupenda y mágica escena.

criadosumiso dijo...

Maravilloso y erótico relato que seguro que Usted Ama Isthar lo podrá recrear antes o después. Nunca se sabe. Todo es esperar y llegará. Un saludo y siga haciéndonos disfrutar con sus escritos.

Qarpatian dijo...

Un la historia, no sólo "verosímil" sino, además, inspiradora.
"Ambas", bajo vuestra propia perspectiva, lo sois.
Un saludo a las dos.

Publicar un comentario