20 abr 2022

Dando Fe.

¿Me vas a dejar que te azote?

3 o 4 veces.

¿Y qué use el strap?

¡Ay, no…!

Eres un quejica.

… No me digas eso…

 

Aquella mañana había empezado de una manera muy diferente. Nos habíamos juntado para un trámite laboral poco agradable y que fue más lento de lo deseable. Y aunque compartir un instante siempre nos ha resultado de lo más placentero, realmente había ganas de otra cosa.

Al terminar y llegar a un lugar mucho mas privado, comenzaron los primeros acercamientos. Esos que dan paso a miradas especiales, roces mucho más oportunos, deseo que no quiere ser contenido…

Temblores…

Una corbata que deshacer y una hilera de botones que desabrochar.

Pezones que desaparecen entre mis dedos y provocan gemidos que necesitan ahogarse mientras besa mi cuello.

Necesidad de cambiar las luces por las sombras de un dormitorio.

Deshacerse de la ropa que dificulta el acceso a lo que quiero usar. 


 

Una caricia que recorre con mis dedos hasta donde acaba la espalda… Un trasero que se endurece…

¿Me vas a dejar que te azote?

3 o 4 veces.

Mi mano empieza a hacer su trabajo. El cuarto llega demasiado pronto.

¿A qué puedo seguir?

Si, por favor.

Pronto perdemos la cuenta e incluso cambiamos la mano por lola.

Ella también te echaba de menos.

Que cabrona eres.

Un ligero empujón y acaba en la cama. Mirándome expectativo. Sabe bien que no me voy a conformar con eso.

Me coloco a su lado y mis dedos torturan sus pezones. Ya no hay ligeros gemidos, ahora una mezcla de placer y de dolor sale de su boca encendiéndome aún más.

Cambio de postura, me coloco entre sus piernas pegándome todo lo posible.

¿Y qué use el strap?

¡Ay, no…!


Muevo mi pelvis ligeramente, presionándola contra él. Su excitación crece y se hace visible.

Aprieto mis uñas en sus muslos mientras sigo bailando entre sus piernas.

Nada consigue que nuestras miradas se despeguen ni un segundo.

… Parece que te gusta…

Con esa cara de Zorra estás preciosa…

Menudo piropo…

Me quito el jersey y me inclino hacia delante. Puedo sentir como se acelera su respiración…

La poca distancia que nos separa desaparece y él se mueve acompañando el ritmo que marco.

No puedo evitar sonreír, me sale de dentro.

… Vale, hazme lo que quieras…

Muchas gracias por tu amabilidad.

Vuelvo a ponerme recta  y le abofeteo.

No sé que disfruto más, si su cara de sorpresa o el calor que se queda en la palma de mi mano.

Continuo moviendo mi cadera, marcando un juego en el que aunque no haya látex de por medio deja muy clara la intención.

¿… Lo que yo quiera…?

Sabes que sí.

Y como ya tengo lo que quiero, compartimos un momento de intimidad que se queda para nosotros.

Nos fumamos un cigarro. Risas y naturalidad tras comprobar de nuevo que seguimos compenetrándonos muy bien.

Llega la hora de despedirse, nos vestimos y le acompaño a la puerta.

Eres un quejica.

… No me digas eso…

Quiero más.

… Yo también…

1 comentarios:

sumiso servus dijo...

Muy buen encuentro.

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