27 mar 2024

¿Por qué no?

No tengo un post decente que publicar hoy.

Bueno, realmente no es del todo cierto, seguro que de las diferentes carpetas que uso para el contenido del blog podría sacar algo. Retocar uno de esos escritos que no me convencen demasiado y ahorrarme esta “confesión”.

Pero no hay necesidad. Mi último post se titulaba “imperfecta” y aunque mi sumiso hizo un auténtico juego de malabares lingüísticos para darle la vuelta, llegamos a la conclusión (o más bien ya lo teníamos más que claro) que precisamente en reconocer ciertas cosas hay más perfección que en tratar de esconderlo.

Ha sido un mes horrible. De esos que habría borrado del calendario sin dudarlo…

Vaya, ya estoy mintiendo…  Porque no es del todo cierto.

Han ocurrido cosas muy malas, de las que ya no tienen solución, sin embargo, también muchas otras buenas.

Quizás de esas a las que no les solemos dar tanta importancia, pero que, si nos paramos a pensar, nos han aportado grandes sensaciones.

¿Os he dicho que me encanta que mi sumiso me secuestre?

Pues hemos tenido mucho de eso. Cosas muy cotidianas, pero que en ciertos contextos se valoran bastante más.

También hubo cafés improvisados, con esa gente a la que le preocupa que esté bien, aunque tampoco fuera su mejor momento.

Risas dentro de una tristeza que no siempre es fácil olvidar, pero que se consigue cuando tienes cerca a las personas adecuadas.

Charlas interminables que dan calidez.

En fin, que ha sido un mes de mierda, pero también ha tenido cosas muy buenas y son con las que prefiero quedarme.

¿Os cuento otra? ¿Una de esas que no puede alegrarme más?

Iba a dejaros con las ganas, pero sé que muchos de los que me leéis por aquí también lo hacéis en redes y no voy a ser capaz de callármelo…

Precisamente por lo feliz que me hace:

9 de abril. Él.

 

Por cierto, la foto que hoy acompaña al post, la hice en una de esas escapadas de cuerdas que hacemos de vez en cuando. Una de esas cosas muy sencillas, pero con las que siempre disfruto muchísimo. 

Así que ya tengo una excusa para ir repitiendo.

24 mar 2024

Imperfecta.

Escribía la semana pasada un post en el que hablaba de esos momentos en los que mi sumiso me cabrea.

Supongo que dentro de la normalidad de la entrada, también es lógico y habitual leer a Dóminas quejándose de las meteduras de pata de sus propiedades.

Pero como tiempo atrás decidí salirme de esa normalidad, hoy vengo a hablar de las mías propias.

Hace un rato, como cada mañana, entré al correo. Veo que siervo me ha escrito por fetlife… y voy a ver el mensaje.

No entiendo nada. Respondo de mala gana y sigo haciendo cosas.

Me extraña que no me haya escrito un correo como cada día, y vuelvo a la bandeja de entrada a ver si es que se ha retrasado.

No sé como había mirado antes, pero lo cierto es que sí que había correo. A primera hora, casi como cada día.

Pero ya daba igual. Estaba cruzada por algo, que, además, no tenía que ver con él. Y sin pensarlo mucho le respondo de una forma poco agradable.

Pronto esa sensación de no estar haciendo las cosas bien, se mete en mi cabeza. Culpabilidad creciendo por momentos. Así que en cuanto he podido, le he vuelto a escribir y me he disculpado.

¡Vaya! ¿Así que los Dominantes somos capaces de pedir perdón?

Sin duda alguna.

Y reconocer que nos equivocamos, no debería suponer ningún símbolo de debilidad. Tampoco de admiración.

Simplemente, tendría que ser lo normal. Como cualquier otra persona que mantiene una relación de afecto y hace lo que no debe con alguien que le importa.

Aún no me ha respondido al correo, y ya puedo imaginarme la respuesta. Él es así, el sumiso perfecto para una Dueña imperfecta.

¿Cómo no voy a estar convencida de quererle a mi lado?

Por esto, y por mucho más.


 

20 mar 2024

Las palabras mal dichas.

 Ayer, estando en un “café bedesemero”, hubo un momento en el que siervo y yo hablamos por teléfono.

“Me provocas, pero no me complaces” le dije en alguna parte de la conversación.

Aunque no era en un tono de reproche, me quedé pensando en esa frase.

Después de haber pasado unas cuantas horas, y sin saber si alguno de los presentes escuchó aquello, me resulta curioso lo que esas 6 palabras podrían suponer para cualquier espectador.

Solo nosotros sabemos de qué estábamos hablando, pero lo lógico sería suponer que aquello no podía significar nada precisamente bueno.

Y no es que me preocupe, en exceso, lo que desde fuera se pueda pensar de mi relación D/s, pero creo que a veces debería elegir mejor mis palabras.

No por, como digo, lo que alguien de fuera pueda imaginar, pero ahora, horas después, pienso en él. Estaba al otro lado, sabía que había más gente y su Dueña va y dice eso.

Era una frase de corto recorrido, (salvo porque “le ofrecí” escribir un post sobre ello) y fue dicha por algo muy concreto que solo nosotros conocíamos, pero, que a mí ciertas cosas me den igual, ¿Pueden preocuparle a él?

Creo que las personas con las que compartía mesa, saben perfectamente lo que siento por mi sumiso. De hecho, sé que no tengo que fingir nada para que se transmita lo especial que considero nuestra relación y lo feliz que me hace tenerle a mi lado…

Pero, ¿no debería elegir mejor los momentos?

Y esta reflexión, la extiendo más allá de eventos sociales. Soy yo la que decido compartir una parte de mi vida bedesemera en espacios públicos, y al hacerlo, en cierta forma, también expongo la suya.

Ya sabéis que cuido mucho que parte muestro, y que sigue siendo mínima en comparación con todo lo que tenemos, pero nunca le he preguntado qué le parece.

Cierto es, que ya me conoció así y que ha examinado cada rincón de mi blog, incluso participa de vez en cuando… Pero, ¿Tiene una Dueña que preocuparse por lo que transmite de su propiedad?

Irónicamente, escribo esto sin haberlo hablado con él. Diré más, no pienso hacerlo hasta que lo publique.

¿Por qué? Bueno, quizás pueda estar equivocada, pero creo que conozco su respuesta.

Nosotros llevamos ya unas cuantas cosas compartidas y nos conocemos bastante bien. Puedo decir, sin dudarlo, que, si estoy orgullosa de algo de todo lo que tenemos, es la forma en la que nos comunicamos (Incluso sin necesidad de palabras muchas veces).

Pero, eso lleva su tiempo. Tampoco es sencillo, no voy a negar que no siempre ha sido así y que también nos ha dado algún problema. Sin embargo, aquí estamos.

Sé que esa frase, aunque pueda sonar horrorosa, en su cabeza no ha supuesto nada negativo. Ni que la haya pronunciado en público.

 

 

Entonces, ¿Qué sentido tiene este post?

La reflexión, como siempre.

Vivimos en una sociedad donde nos exponemos con facilidad. Diría más, hay quienes casi lo ven obligatorio y en el BDSM, no es diferente.

¿En cuántas redes sociales no compartimos pinceladas de lo que hacemos?

Veo, sobre todo, a Dominantes, crear contenido (divulgar, lo llaman algunos), que se basa únicamente en mostrar (Exhibir, más bien) su día a día.

Los likes son un gran alimento para el ego de necesitados.

Si todo es bonito y funciona, genial. Pero ¿Cuándo se acaba? ¿Estamos seguros de que en algún momento las dos partes han hablado de lo que sí lo que se comparte hace, y hará sentir bien?

Si creemos en la responsabilidad mutua, este sería un punto importante.

Yo misma me arrepiento de alguna de las cosas que he escrito por aquí. Por lo que ha podido hacer sentir a quien lo leía y por no haber sido capaz de comunicarme mejor en su momento para no exponer a nadie a algo que no deseaba.

Lección aprendida y compartida, para quien le pueda llegar a servir.

17 mar 2024

Peculiar Celebración.

15 de marzo de hace un año.

Nunca he contado las peculiares circunstancias que me acompañaban esos días.

Iba a volver a ver a mi sumiso después de estar mucho tiempo separados, y aunque había muchísimas ganas, también incertidumbre.

No podía ser de otra forma, o eso pienso un año después. Y los que me leéis ya sabéis que fue maravillosamente bien, y que ahora estamos en uno de nuestros mejores momentos como pareja BDSM.

Hace un año, en esas fechas quizás no tendría que haber estado con él. La situación no era buena, y lo correcto habría sido anular aquella cita.

Pero hacía mucho que le necesitaba, e incluso en ese momento tan malo, no quería perder la oportunidad de al menos de poder abrazarle unos minutos.

La suerte nos sonrió, una vez más, y pudimos compartir las que seguramente hayan sido las horas más especiales de todo este recorrido.

Reconozco que sentía bastante culpa, pero a su lado es imposible estar mal.

Un año después, quería preparar algo bonito, un post de esos antológicos que sirvieran de celebración de lo que volvemos a compartir…

… Sin embargo, la casualidad ha querido que de nuevo estas fechas vuelvan a ser complicadas y haya muchos nubarrones en mis días.

Ayer, después de volver de uno de esos viajes que han sido especialmente complicados, y de nuevo sintiendo cierta culpa por dedicar parte de mi tiempo a algo tan aparentemente banal como el BDSM, tuvimos un rato de charla.

No sé como lo consigue… Pero escucharle tiene un efecto balsámico. Me relajé, incluso pudimos compartir risas con las cosas más tontas.

Siervo me da paz.

Es raro que tenga que decirle nada para que sepa como me siento. Parece que tiene la palabra exacta para cada momento y es extraño que haga algo que me haga sentir mal.

En un rato volveremos a hablar. De nuevo tendré que contarle una mala noticia, y aunque ese sentimiento de culpa esté presente, no quiero dejar de hacerlo, porque sé que tenerle cerca, de la forma que sea, es algo que me viene bien y que no puedo desaprovechar.

Probablemente este no sea el mejor post para una celebración, pero que queréis que os diga…

Hace un año, no quería estar en otro sitio que no fuera con él, y ahora… no me puedo imaginar sin él a mi lado.

Poco más que añadir, ¿verdad?

Bueno, quizás sí, pero eso quedará para nosotros.

 


 

13 mar 2024

Siervo, luego existo.

Hace unos días, Mi Dueña colgaba en Twitter una curiosa captura de pantalla. Se trataba de unos mensajes que había intercambiado ella con alguien, de quien ni tengo ni preciso más datos, que en un momento dado le dijo lo siguiente: "Mucho hablar de tu sumiso, pero no se le ve por ningún lado. O te lo inventas o le da mucha vergüenza estar contigo". A lo que ella, que tiene el ingenio por bandera, contestó así: "¡O las dos cosas!".

El caso es que el sumiso en cuestión soy yo y, por lo tanto, puedo confirmar que la respuesta más ajustada a la realidad sería "Ninguna de las dos". Existo y, obviamente, no me avergüenzo de pertenecer a Mi Dueña. Todo lo contrario, por supuesto: me enorgullece. Aunque no lo voy pregonando a los cuatro vientos, y no precisamente por falta de ganas. Más bien diría que me contengo. En parte porque estoy tan feliz de ser suyo, que prefiero centrarme en disfrutar de lo que tenemos antes que preocuparme de dar noticia al respecto. En parte también porque me da un poco de apuro explicar lo afortunado que me siento. Pero bueno, qué más da, aquí estoy para confirmar lo que decía: que existo y que estoy muy orgulloso del collar que llevo.

Empezando por esto último, creo que la posibilidad de ser sumiso de alguien y, al mismo tiempo, avergonzarse de ese alguien, es una contradicción irresoluble. Si sientes algo por una persona hasta el punto de entregarte a ella, no entiendo muy bien cómo puede avergonzarte esa misma persona. Y si te avergüenza la relación que tienes con esa persona, no entiendo por qué quieres estar con ella. O por qué, para colmo, dejas que te "marque" llevando su collar. Porque aunque sea cierto que no me prodigo demasiado por redes sociales, se me puede encontrar en Fetlife, donde luzco con orgullo (con mucho orgullo, dicho sea de paso) su collar. 

No entiendo que las cosas puedan ser de otra manera, la verdad.

Es curioso también eso de que se dude sobre mi existencia. Es curioso y me hace cierta gracia, por qué negarlo. Ya en alguna ocasión me lo había comentado Mi Dueña y admito que mi discreción pueda dar lugar a ese tipo de habladurías o especulaciones. Quizás se esperaría que hiciera un comentario a cada uno de los posts de Mi Dueña en este blog (cosa que le hago generalmente en privado, aunque algún apunte he dejado por aquí), que contestara a todos sus tweets (cosa que hago también en privado), que le diera "love" a todas sus publicaciones en Fet (cosa que sí que hago, darle "love" en Fet y darle "love" en todos los términos posibles)... en fin... que fuera el complemento constante a todas sus publicaciones. De este modo se vería que sí existe ese sumiso del que a menudo habla y que, además, es tan disciplinado como debe ser. 

Aunque a mí eso, qué queréis que os diga, me sonaría extraño. Me sonaría artificial. Me sonaría a postureo. Y no porque me parezca mal en el caso de parejas D/s que siguen esa dinámica, sino porque sé que esa no es la nuestra y, por lo tanto, sé que no estaríamos haciendo algo que nos pareciera natural. Lo que no podía sospechar yo -aunque lo entienda-- es que ese silencio mío dé lugar a especulaciones sobre mí existencia. Así que vengo a despejar la incógnita: ¿existo?

 

 

Pues sí, existo. Siervo, luego existo. Un juego de palabras interesante sobre la base de la conocida frase de Descartes. Un apunte, ahora que estoy viendo lo que escribo: a lo mejor hay que añadir una tercera opción, ¿no? El sumiso de AMAISTHAR no existe, se avergüenza de ella o es un pedante. "O las tres cosas!", no lo olvidemos. Bueno, volviendo a lo que decía: Siervo, luego existo. 

Es un juego de palabras, pero es algo más. Porque podría decir que, en cierto modo, existo en la medida en que soy ese sumiso que, hace ya  muchos años, escogió "el_siervo" como nick. Y que hace unos pocos años, que me han pasado como un soplido, tuvo el privilegio de añadirle un collar "el_siervo[AI]". Existo desde antes de ser suyo y existo desde antes de ser sumiso. O, por expresarlo quizás mejor, desde antes de saber cómo se llamaba eso que sentía. Existo como existe cualquier otra persona, desde luego. Aunque también, como nos pasa a todos, mi existencia es la suma de lo que yo soy y de lo que yo voy viviendo y experimentando. Si no hubiera conocido a Mi Dueña, yo existiría, por supuesto. Pero no sería exactamente yo. No al menos el yo que soy ahora. El yo que ella me ha ayudado a ser. O que me ha ayudado a descubrir. O que me ha ayudado a liberar. No sabría muy bien cuál de las opciones describe mejor lo que ha ido sucediendo, quizás porque en el fondo sea consecuencia de la suma de las tres.

Siervo, luego existo. Aunque ya no soy un siervo cualquiera. Soy su siervo. Así que casi podemos darle una vuelta más al juego de palabras para que recoja lo que de verdad siento: que la sirvo, luego existo.

el_siervo[AI]

PD: ¿es posible que, en algún momento, alguien le diga a Mi Dueña que ha leído esto y que sospecha que lo ha escrito ella misma, con el objeto de seguir simulando que yo existo? A saber...