3 jun 2020

El primer Café


Apoyada en la encimera disfrutando de ese primer café, observaba como él también disfrutaba de esos primeros sorbos...

Líneas rojas aun cruzaban su cuerpo, y me hacían recordar cuanto me había ofrecido unas horas antes.

En aquel momento supe que mi café se iba a enfriar. Mi mejor desayuno seria usarle en aquella cocina.

Le pedí que dejara la taza antes de acercarme lo suficiente como para que notase mi respiración acelerada. Mis ganas se habían despertado y necesitaba saciarlas. 

Recorrí con mis uñas todo su torso, dibujando nuevas líneas a la vez que marcaba a mi presa. Provocando esos primeros calores en su cuerpo que dan comienzo a otras ganas…

Ganas de sentirle, de escuchar sus gemidos ahogándose en mi cuello… sentir el calor de su boca intentando contenerlos un poco mas… 

Y eso hice, llevar mis manos a sus pezones para apretarlos con fuerza, sin preámbulos. Directa a aquel punto en el que sabía que se estremecería directamente y mas estando sensibles de la noche anterior. 

Su boca se hundió en mi hombro, sentí toda la humedad de su gemido reprimido… Y aun necesitaba más. 

Volví a pellizcar, apretándole contra aquella encimera para que no pudiera moverse y aliviar aquello de alguna manera. 

Liberó su boca y nada frenó aquel suspiro que resonó por toda la cocina. 


En vez de sentir alivio, necesitaba más. Necesitaba ponerle al límite de nuevo, llevarle a aquel lugar donde sólo llegaba por mí. 

Le giré y tire de sus caderas para dejar su trasero accesible. En seguida se agarró a la encimera preparándose para lo que vendría… El sonido de mi mano sobre sus nalgas no tardó en aparecer.

Azotes rápidos y concisos, marcando mis dedos en sus nalgas. Mezclando marcas anteriores con las nuevas. 

Hay sinfonías que nunca me canso de escuchar.

Visualicé una vieja cuchara de madera…. ¿qué más podía pedir? Alargué la mano para cogerla mientras nuestras miradas se cruzaron un instante… 

… Sonreí… Incluso con aquella intensidad siempre hay lugar para la ternura. Y en momentos así es cuando me hace sentir realmente afortunada de ser Su Dueña. 

… Entrelacé mis dedos con los suyos… 

Empecé a azotarle con aquella cuchara… Sentí sus dedos apretar los míos mientras sus ojos no dejaban de mirarme buscando el apoyo necesario para aguantar un poco más a la vez que subía la intensidad y la velocidad de mis azotes. 

Bajó su cabeza a nuestras manos, y comenzó a besar la mía. Sus besos se intercalaban con sus gemidos y su respiración cada vez más acelerada…. 

Y así, sintiéndole tan mío empecé a despertarme, complacida y tremendamente orgullosa. 

Dejé la cuchara y volví a darle la vuelta, sus ojos volvían a abrirse y a mezclarse con los míos a la vez que nuestras sonrisas intentaban apagarse sin mucho éxito. 

Le abracé… El tiempo se paró durante un instante. 

Cogí su taza y le di un sorbo a aquel primer café de la mañana, que ahora tenía un sabor mucho más especial.


*** ***
(Este post, no habría sido escrito sin la inestimable ayuda de las meigas… ¿O era un meigo?...  muchas gracias.)

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