Por fin estaba en aquel lugar que tanto extrañábamos. Hacía
mucho tiempo que no conseguíamos cuadrar fechas para poder disfrutar de todas
las posibilidades que nos ofrecía.
Era rara la vez que en nuestras conversaciones no recordásemos
los momentos que nos habían proporcionado las ventajas de aquella casa. Sus
vigas, su terraza…
Y allí estaba, esperándole una vez más. Sentada en aquel
sofá que tanto nos conocía. Ya saboreaba todo lo que estaba por venir. Tenía
muy claro lo que me apetecía de él y no iba a dejar pasar la oportunidad.
Escuché como aparcaba y esperé el tiempo necesario para
abrir la puerta. Es en esos momentos en los que no hacen falta palabras, cuando realmente siento que es mío.
No hizo falta decir nada para tenerle contra la puerta devorándole
con todas las ganas acumuladas.
Instantes que sin duda siempre se hacen cortos pero que dan
pie a otros más necesarios.
Poco tardó en entender que le quería sin ropa, mientras
subía por la escalera podía verle desnudándose a toda velocidad y quizás arrepintiéndose
de hacerme esperar demasiado.
Sabía donde debía colocarse. ¿Cómo puede ser que nos
entendamos tan bien? Me ofreció sus muñecas para que le pusiera aquellas
muñequeras que no salían demasiado de mi maleta.
Alzó sus brazos hacia aquella cuerda que colgaba de la viga
y acababa en un mosquetón, no quería que desperdiciáramos ni un segundo y era
consciente cuanto me apetecía usarle.
Verle así me hizo sentirme más afortunada y cualquier cosa
puede esperar cuando lo que más me apetece es tenerle entre mis brazos.
Cuando le tuve listo, dediqué parte de mi tiempo para dejar
las luces necesarias. No necesitaba demasiada para lo que iba a pasar, pero si
la suficiente para verle con claridad. Reflejos dorados iluminaban su cuerpo
que impaciente me miraba esperando que aquel ritual acabara y empezara con el
siguiente.
De todo lo que había preparado sobre aquella cama, cogí a “lola”.
Ella casi siempre tiene prioridad.
Me acerqué mucho a él, sin poder reprimir una sonrisa. Su respiración,
un poco agitada, marcó mi cuello cuando hundió su cabeza en el, haciendo que yo
también cogiera aire.
Puse a “lola” entre sus labios y volví a separarme lo
necesario para poder observarle. Recorrer con la mirada un cuerpo que casi
conozco tanto como el mío.
Me quité la parte de arriba, liberándome de algo que pronto
iba a molestarme, dejándolo en una de las sillas para alargar un poco mas ese
instante.
Volviendo a su lado, para quitar a mi fusta favorita de su
boca y recorrerla con su lengüeta.
…. ¿Empezamos?.....
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